Una decisión mal tomada…

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO, DAP.

Cuando en una organización, en cualquiera de sus niveles, alguno de sus componentes toma una decisión que afecta negativamente, la radiación que emana no necesariamente afecta a quienes rodean al colaborador que la tomó pues las repercusiones se miden en dos vertientes:

Por un lado, la importancia en el escalafón de quien la toma y a su vez, las repercusiones conforme al tiempo. Hay que recordar cómo se perdió un reino por culpa de un pequeño clavo, mismo que hizo falta para la herradura del caballo cuyo jinete llevaba un importante mensaje que buscaba informar de una estrategia que nunca llegó al ejército y cuyo final de la película es conocido.

Fuera de la planeación estratégica, en el día a día se toman decisiones que al ser erróneas y hasta personales, ponen a temblar a las organizaciones que representan. Ejemplos hay muchos. Hay organizaciones de carácter mundial cuyos principales dirigentes se han vuelto inmiscuidos en escándalos –desde presunta corrupción, hasta el inmiscuirse con personas non gratas--, de tal forma que rebajan la imagen y desestabilizan al organismo que representan.

En aquellos integrantes de menor rango sobresale el tamaño de su decisión que puede ser desde una equivocación considerada sencilla cuyos efectos son relativamente fáciles de componer. Sin

embargo, hay que recordar que los actos inesperados que conllevan el ingrediente de violencia suelen  ser inesperados, no contemplados por nadie y cuya repercusión seráacorde con el daño causado tanto a personas de la propia organización como a las herramientas e inmuebles.

Este tipo de circunstancias conlleva a su vez una falta de componentes propios en los procesos de interacción entre quienes conforman la organización que por lo regular se quedan cortos, es decir, en los esquemas de desarrollo de las relaciones interpersonales, uno de los últimos puntos claves que se toman en cuenta –si es que se establece este ejercicio--, es el perfil sicológico-familiar del integrante.

Esto vamás allá de los programas de integración que se manejan –en caso dado--, e incluso de la capacidad técnica de quien pertenece a la organización, pero es un punto que por lo general no

se toma en cuenta al momento de la contratación o adhesión de los elementos que la componen.

De allí la importancia de estar atentos de los colaboradores y de las decisiones que toman –fuera de procesos y esquemas propios existentes--, de tal manera que la permanencia en una organización es el aprendizaje de una educación paralela constante, tanto de parte de los jefes (que deben poner el ejemplo), como con los compañeros que le rodean.

El autor es periodista con más de 35 años de experiencia, LAE, MCO,DAP.

Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V.y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones

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Twitter: @Archivoconfiden