Un camino para que andemos todos
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
En un país donde la discriminación se hace presente a cada instante, las personas que tienen algún tipo de discapacidad vislumbran un panorama complicado.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) establece que las personas con discapacidad son aquellas que muestran alguna diversidad funcional de tipo físico, mental, intelectual o sensorial.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2014, el 6% de la población en México (7.1 millones de personas) tienen algún tipo de discapacidad, la cual suele asociarse con dificultades para que puedan tener una participación plena en la sociedad.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) señala que todos los obstáculos que estos ciudadanos enfrentan en los espacios arquitectónicos y urbanos, en la transmisión de mensajes o en el trato cotidiano, han alentado la generación y prevalencia de prejuicios y estereotipos.
La situación económica es complicada para ellos, ya que la mitad (49.4%) de las personas con discapacidad vive en situación de pobreza; 39.4% vive en pobreza moderada; mientras que 10% está en pobreza extrema (CONEVAL 2017).
Para evitar la discriminación por discapacidad se deben establecer programas educativos de inclusión, principalmente en la educación básica, ya que es ahí donde el bullying inicia y es donde en muchas ocasiones se frena por lo mismo, el deseo de muchos menores de seguir preparándose académicamente.
Asimismo, se debe incentivar a las empresas para que establezcan políticas de inclusión laboral para personas con discapacidad y que esto motive a los estudiantes con algún tipo de discapacidad para seguir estudiando y se garanticen las oportunidades laborales al terminar su carrera.
Para avanzar en este tema en nuestro país se debe garantizar la accesibilidad para todas las personas, los espacios deben tener un diseño universal que sea planeado para la inclusión y se debe reglamentar que todo espacio público que se vaya a construir tenga un diseño amigable para principalmente personas con discapacidad para caminar ya que es la discapacidad más común en México.
En 2017 impartí la materia de Comunicación Organizacional, en el Centro Universitario de Tijuana, Campus Hermosillo, y tuve un alumno con discapacidad de tipo física, que le impedía desplazarse, así como discapacidad de lenguaje.
Pero esto nunca fue un impedimento para cursar la materia, participaba, debatía y exponía con regularidad.
Actualmente, se encuentra desempleado y es injusto porque las barreras no las pone él, si no las empresas.
Lo destacable es que su temple y sus ganas de salir adelante siguen intactas.
Debemos tener siempre en mente que nadie está exento de sufrir algún tipo de discapacidad, algunos de los que leen estas líneas tal vez lleguen, o lleguemos a la tercera edad y nuestra movilidad mermará.
Nuestra vista no será la misma, nuestros oídos puede que no capten los sonidos con la misma nitidez que hoy.
En ese momento, no tendremos la misma energía para impulsar estos temas.
Comencemos hoy para delinear un camino con menos obstáculos para ellos, que tal vez sea un camino para que andemos nosotros.
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
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