‘Todos dudan’

El autor es papá, escritor, conferencista, consultor, podcaster

¿Eres mago? ¡Amo la magia! De niña soñé con practicarla. Después mis padres murieron y me quedé sola con esta posada. Ellos me prohibieron estudiar magia porque tenían miedo de que me quemaran en la hoguera por brujería.

—Entiendo.

—Sé que tengo talento, pero en los últimos años todo ha salido mal. Mis padres murieron, un joven que me pretendía también y me he quedado sola.

La joven mesera se había sentado ya a la mesa junto a Meredith. Se escuchaba confundida, triste y en sus ojos se veía el destello de lo que fue una intensa luz.

—No dudes— respondió Meredith con tacto.

—¡Pero estoy sola! ¿Cómo puedo ser feliz si no tengo a nadie conmigo?

—Porque no puedes ser feliz con nadie más, si no puedes ser feliz contigo misma. Debes ser feliz porque mientras tengas vida habrá esperanza. Mientras respires podrás liberar la magia que vive en tu interior...

—¿Magia dijiste? ¿en mi interior?

—Sí. La verdadera magia existe en cada ser humano de este planeta.

—¿Y cuál es la verdadera magia, Meredith?

—Aquella que nos permite soñar y reconocer que somos capaces de crear todo lo que soñamos.

—¿Estás hablando en serio?

—Nunca he hablado tan en serio como ahora. Soy respetuoso de tu situación. También de tu amor por la magia, por eso debo pedirte que dejes de dudar.

—¿Dudar has dicho?

—Sí, dudar de que serás capaz de ser feliz, dudar de que serás capaz de hacer magia, dudar de que serás capaz de tener a quien amar y que te ame a ti

—. Meredith dejó de hablar al escuchar los sollozos de Dye, quien conmovida asentía con la cabeza.

—Siempre lo he creído, o por lo menos así sucedía. ¡No sé lo que me ha pasado!

—Sólo vive. Deja de pensar tanto y empieza a vivir. Agradece, reconoce, alégrate por las pequeñas cosas, reconoce la magia en ellas y la magia empezará a manifestarse ante ti. Dye asentía con la cabeza mientras dos lágrimas bajaban por sus mejillas. Se puso de pie y dijo “¡Gracias, no sabes cómo lo necesitaba!”

—No tienes nada que agradecer —. Meredith intentó pagar  por su comida, pero Dye no lo permitió.

—Esta va por mi cuenta y tu hospedaje también. Es lo menos que puedo hacer por la ayuda que me has dado. Meredith agradeció el gesto y se retiró a su habitación.

Estaba feliz. Había cumplido con su misión. Tenía mucho que pensar y quería preparar las preguntas que le haría a Merlín. Pero no pudo hacer nada de esto, porque no tardó en quedarse

dormido.

Todo ser humano tiene la capacidad de soñar y de pequeños hacemos uso pleno de ella, pero conforme vamos creciendo nuestros propios temores, los juicios de otras personas y la sociedad van robándose tanto nuestra libertad para soñar, como la certeza de que somos capaces de convertir en realidad nuestros sueños.

Todo se complica más cuando sufrimos un infortunio que nos hace perder por completo la fe en nosotros mismos y es en ese momento cuando más necesitamos reconocer la magia que vive en cada ser humano. Porque sólo así, cuando empezamos a verla en cada pequeño detalle, la magia empieza a manifestarse ante nosotros.

El autor es papá, escritor, conferencista, consultor, podcaster

Facebook: @MarioCoronaOficial