Sociedad pandémica
El autor es L.R.I. profesionista independiente
Nadie ha dicho que pasar por esta vida es fácil, tiene sus propias complicaciones más las que nosotros mismos le agregamos y los momentos que nos hayan tocado vivir. La pasividad, la mediocridad, el abuso, la permisividad y la pusilanimidad entre otras cosas son males que acabarán con nosotros mismos como individuo y sociedad.
Y hoy más que nunca, es justo esto lo que más pulula. Independientemente del papel que desempeñemos en el conglomerado social y haciendo un acto de humildad intelectual podemos encontrar entre otras cosas que nos ha hecho falta un mayor compromiso social y ético en nuestro actuar, más seriedad, más entrega, más radicalidad en el sentido de saber decir no, en decir basta a aquello que nos daña como persona, como sociedad, como familia, etc.
Persiste una apatía como sociedad y hasta que no nos alcanza aquello que a otros duele o perjudica es que reaccionamos. Al observar a los grandes personajes de la historia y que de alguna manera admiramos vemos en común su entrega, su valor, su congruencia y persistencia entre su pensar, decir y hacer.
A sabiendas de los riesgos o desventajas que correrían y que seguramente tampoco disfrutarían de aquello por lo que lucharon; pero su mayor satisfacción fue el legado dejado en su familia, a la sociedad, a su país e inclusive al mundo.
La nueva realidad a la cual nos enfrentaremos nos debe de empujar a ser mejores, a ya no dejar pasar las cosas o a hacerse a un lado, hay que salir de nuestra área de confort y ser más humanos y solidarios y defender los valores de la naturaleza humana.
De lo contrario seremos cómplices. Por eso en ese sentido debemos de ser más radicales (no en el sentido bélico sino de defender nuestra postura con argumentos y elementos) e involucrarnos en nuestro entorno. Tomar postura y ser congruente puede ser no muy grato.
Parafraseando a una gran mujer romana mística y escritora del siglo XIV Catalina Benincasa, quien de pequeña sobreviviera a la peste negra de esa época y ser la número 23 de 25 hermanos; gustaba mucho de decir frases por demás descriptivas e ilustrativas.
Les dejaré dos a modo de reflexión: la primera... “Poner ungüentos puede ser agradable para el enfermo, pero no mejorará con ellos, en ocasiones hay que someterlo al bisturí o al hierro candente…” Es decir, el horno ya no está para bollos, la pandemia por la cual atravesamos nos invita a reflexionar infinidad de cosas. Y la segunda me encantó y sin pretender hacer alusiones de alguien o de algo: “...los hombres que han de gobernar y dirigir a los demás, tienen primero que saberse gobernar así mismo...” esto nos habla de la salud mental y de algún modo de un equilibrio de vida.
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