Sobre el perdón reivindicativo

Tantas veces hemos escuchado hablar sobre el  perdón como un acto de resignación, pero pocas veces del perdón como acto reivindicativo. El perdón reivindicativo no es un estado de coacción, sino de liberación, de entendimiento, de resolución a espejismos internos.

Si hablamos del resentimiento, no hace más daño que quien lo posee, quien se castiga constantemente acumulando fuerzas reactivas como forma de auto castigo.

El perdón reivindicativo es el método infalible de la trascendencia Humana, es un auténtico devenir, así como un acto de liberación y de reconciliación con uno mismo. Pero, ¿es el perdón producto del "ego”?

Si bien el ego, se deriva del Latín «yo» que se caracteriza como designio de la conciencia dentro de la psicología. En la filosofía Budista el ego pasa a ser una prefabricación por identificación, es decir; una ilusión subyacente de la conciencia.

Por lo tanto, el perdón está en correlación y encausado con el ego, ya que la causa misma no es distinta, sino unívoca y apela por la segregación de emociones reactivas [cuantitativas y cualitativas] de forma intrínseca.

El valor cualitativo y cuantitativo que le otorgamos a las acciones de daño son proporcionales a nuestra interpretación asociativa. Las endorfinas toman un papel fundamental en este tema, ya que el perdón también puede ser considerado como un componente químico situado en el hipotálamo y la glándula hipófisis.

Son las endorfinas las hormonas encargadas de proporcionar sensaciones de plenitud y bienestar a los individuos, ya que el perdonar es un acto sanador y placentero.

Cabe mencionar que perdonar en algunos casos también conlleva a poner distancia, no solo manifestar significativamente una tregua... porque no toda tregua es alianza con la "otredad”, sino un

mutuo acuerdo.

El perdón reivindicativo dignifica al ser, puesto que no se priva de sentir, sino que sabe qué hacer con dicho sentir para no reprimir su estado anímico y herirse o herir.

En algunos casos el daño otorgado es proporcional a nuestra interpretación de los  hechos, lo cual en dadas circunstancias nos hierve la sangre y altera nuestros sentidos, pero no hay mayor daño que el que nos hacemos a nosotros mismos acumulando fuerzas reactivas que nos hacen ceder nuestras emociones a quien nos proporciona desasosiego, y esto nos hace ser presas emocionales de

ellos.

El filósofo Alemán Arthur Schopenhauer decía que perdonar y olvidar es igual a arrojar por la ventana una bonita experiencia lograda. Por lo que olvidar el daño es igual a estar predispuesto a volverlo a recibir.

Un método eficiente es recordar el daño como un medio introspectivo y contemplativo  sin caer en la obsesión para desprenderse de culpas y rencores. El perdón reivindicativo no es un acto de sumisión ni de resignación del espíritu, sino un acto de aceptación al daño como liberación y resurgimiento.

"El perdón es un acto heroico en el cual se salva a uno mismo  de sus propios abismos.” El autor es fundador del colectivo Más arte, menos balas. Consultor filosófico, escritor y músico