Robotización y biotecnología en pro de seguridad alimentaria
El autor es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesor-Investigador, Universidad de Sonora.
La tercera revolución verde avanza acelerada a la aplicación e innovación de la biotecnología y la ingeniería genética para obtener mejores resultados en sectores agrícolas, ganaderos y agroindustriales, para garantizar el acceso a los alimentos y necesidades de consumo en la población, seguridad alimentaria.
El Informe de la ONU para la Alimentación y la Agricultura destaca hay 820 millones de personas que padecen hambre en el mundo, así como 2 mil millones que sufren la amenaza de carecer de alimentos inocuos, nutritivos y suficientes (FAO, 2019). Para México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social estimó 25.5 millones de personas en pobreza alimentaria (Coneval, 2019).
En la última década se aumentó la pobreza alimentaria a nivel mundial; la FAO recomienda en su reciente informe adoptar dos frentes fundamentales:
1) proteger la seguridad alimentaria y la nutrición con políticas económicas y sociales que contrarresten los debilitamientos económicos, crear fondos que ayuden a la población a tener acceso a la salud y la educación; y 2) atender las desigualdades con políticas que logren disminuir la inseguridad de los alimentos y la malnutrición. Ante un escenario de inseguridad alimentaria y malnutrición en México es urgente tomar en cuenta algunas consideraciones:
1) la implementación de la agricultura de precisión para optimizar el uso del agua y los insumos, así como reducir los impactos ambientales; 2) la automatización de las actividades agrícolas, pecuarias y acuícolas por medio de operadores robóticos y la inteligencia artificial; 3) el uso y comercialización de alimentos producidos con modificaciones genéticas a través de la biotecnología; y 4) diseño de políticas educativas para hacer frente a las nuevas competencias digitales y tecnológicas del sector.
Una polémica surge en el mundo por el uso y comercialización de alimentos genéticamente modificados con ingeniería genética; México está dentro del Protocolo de Cartagena y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU, que implica disponer de información para la toma de decisiones en cuanto a los efectos, riesgos y aspectos transfronterizos en la utilización de productos de alimentación transgénicos.
Canadá y Estados Unidos no son parte del protocolo internacional, lo que obliga a nuestro país a revisar, vigilar y reformar la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (Lbogm).
Es evidente que ante la posible ratificación del tratado comercial de América del Norte, que incluye la Sección A “Biotecnología Agrícola” en el Capítulo 3, México debe reformar el marco jurídico en la materia, diseñar y aplicar políticas públicas, programas y estrategias innovadoras, para invertir en nuevas tecnologías que nos permitan una transición óptima hacia sistemas agropecuarios y agroindustriales más eficientes, sostenibles y sustentables con el objetivo de incrementar la productividad y competitividad del campo mexicano con el uso y comercialización internacional de productos biotecnológicos nacionales en pro de la seguridad alimentaria.