Rapiña: el robo disfrazado de oportunidad
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
A principios de mes, se viralizó por medio de las redes sociales un video donde se aprecia llorando desconsolado a Edwin García, un camionero colombiano que al transitar por carretera y reventarse una llanta de su camión, sufrió una volcadura.
Desconcertado, descendió del vehículo y vio cómo decenas de personas se acercaron, no precisamente para brindarle primeros auxilios, sino para forzar las puertas de dicho vehículo y robar el pescado que transportaba.
Consternado, pedía que no dañaran el automóvil y que no se llevaran la mercancía porque no trabajaba para ninguna empresa, el producto era de él y debía distribuirlo.
A su alrededor, la gente corría llevando a manos llenas las cajas.
Ante esa multitud descontrolada, se resignó en llanto a perderlo todo.
A esta situación se le conoce como rapiña; la Real Academia Española lo define como robo, expoliación o saqueo que se ejecuta arrebatando con violencia, que palabras menos significa llevarse algo que no te pertenece de forma violenta cuando otra persona se descuida o se encuentra indefensa.
Todos recordamos cuando en alguna calle o carretera de nuestro Estado se ha volcado algún carro de refrescos, alguno que trasportaba frutas o incluso cerveza y a los pocos segundos llegan personas recogiendo la mercancía y eso provoca que más gente se acerque y bastan unos minutos para que la mercancía desaparezca por completo.
En ocasiones, tanto el vehículo de transporte como la mercancía, vienen aseguradas y basta con que llegue el ajustador de la compañía de seguros para que dé la indicación de que es un producto que ya no puede estar a la venta y da la indicación para que, quien desee, pueda tomarlo para poder maniobrar la unidad ya sin la mercancía.
Pero no siempre se cuenta con un seguro y lo que sí sucede la mayoría de las ocasiones es que la gente pareciera actuar por instinto y va y se lleva la mercancía sea cual sea.
No importa el producto, las personas no miden las consecuencias, hace unas semanas también en Colombia un camión-cisterna que trasportaba combustible volcó entre la ciudad de Barranquilla y Santa Martha, quienes transitaban por el lugar se detuvieron a saquear el vehículo y llenar recipientes improvisados de gasolina.
Como era de esperarse, sucedió una explosión que dejó un saldo de 7 personas que murieron calcinadas y 46 personas con diferentes tipos de quemaduras.
Al inicio de la actual pandemia por Covid-19, surgieron varias publicaciones que llamaban a atracar a centros comerciales.
Afortunadamente, esto no ha sucedido a gran escala y la mayoría de los supermercados, salvo por el cambio de horario y las medidas de sana distancia, operan con normalidad.
¿Qué clase de ciudadanos queremos heredar a nuestro país?
No hay nada más fuerte que el ejemplo que vamos dejando ante tal o cual situación, pensemos siempre en que lo que hagamos para bien o para mal, puede seguir de guía para quien viene detrás de nosotros.
Avancemos.
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
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