Publicidad política
El autor es publicitario miembro de Aspac
La estrategia publicitaria exige un desarrollo particular, tema fundamental y crucial en toda campaña política. El tiempo de ejecución es muy corto y las condiciones muy cambiantes.
Debemos centrar el esfuerzo en un solo objetivo y responder con rapidez a las acciones de otros contendientes; incluso ante los cambios en la opinión pública, tanto para defendernos o como para aprovecharla. Para ello el trabajo de inteligencia será continuo y crucial.
Para concentrar nuestra acción debemos tener claro nuestro objetivo. Definir qué cosa específica queremos lograr de nuestro público: Qué quiero que la gente piense de mi candidato. El sólo decir “quiero que voten por mi candidato” no basta.
Sabemos que el público vota de acuerdo con sus creencias. Por tanto, debemos determinar con precisión que piensa el votante de mi candidato. Esto se logra con sondeos, preguntas cuidadosas diseñadas para obtener la verdad y no engañarnos a nosotros mismos.
Bien, ya sabemos qué piensan y también qué queremos que piensen. Ahora podemos ver con claridad qué mensaje hay que posicionar en el votante. ¿Y cómo lo vamos a posicionar? Responder a
esto es hablar definir la estrategia publicitaria.
La sola creatividad no conduce a la efectividad para alcanzar el número de votos y calidad de imagen necesarios. Una campaña efectivanos acercará a los votos. Como remanente nos aportará una imagen sólida, que podría ser a la vez efecto y causa. Seamos prudentes, la sola creatividad no conduce a la eficacia. Hay otra parte todavía más vital del negocio publicitario.
Ésta es preguntarnos qué podemos hacer para desarrollar una publicidad penetrante que satisfaga los objetivos de nuestro proyecto en cantidad de votos e imagen posicionada. Todo se reduce realmente a lo que se dice, más que a la forma en la que se dice.
En esta época de gran escándalo visual, la publicidad atraviesa un problema: no se enfoca a las reales necesidades y deseos de las personas.
Si queremos diferenciarnos, si queremos éxito, habremos de corregir esto primero. Hay que considerar que la publicidad da mejores resultados combinada con la mercadotecnia.
Ciertamente la publicidad es sólo una parte de ella. El concepto general de marketing político nos impone definir una mezcla de proyecto político, costos asociados al elegir este proyecto, geografía donde se encuentran nuestros voters-persona y los contenidos a difundir mediante la acción publicitaria.
En una campaña política, se deberá incluir: Candidato: Individuo o partido, asegurando que lo que ofrece es lo que desea el votante. Hay que minimizar la sensación de pérdida de oportunidad del votante, por no elegir al contrario. Este ‘costo’ también significa luchar contra una imagen adversa, promovida por adversarios o por las circunstancias.
Comunicación: Éste es el núcleo de la tarea del publicista, su cometido es estructurar un mensaje efectivo y hacer que llegue a su destino para persuadir. Representatividad: Asegurando la cercanía del candidato con sus públicos, proclamar la representatividad efectiva con acciones de relaciones públicas.
Una campaña publicitaria política es vertiginosa y llena de obstáculos. Se requiere de una mano de cirujano precisa para accionar y una mente completamente despierta y enfocada para elegir la mejor acción en instantes cruciales, hacia la visión ganadora de esta exigente carrera de velocidad, donde los componentes de tiempo, velocidad y distancia permanecen en la fórmula, exigiendo la mejor decisión en cada momento.
El autor es publicitario miembro de Aspac. Por un México bueno, culto, rico y justo.
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