Pérdida de biodiversidad genera enfermedades
El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.
Alrededor de 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son zoonóticas, lo que significa que se transmiten de animales a personas.
Según declaración del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), la pandemia desatada por el Covid-19 es evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida humana.
Esta declaración subraya que a medida que crece la población mundial y nos acercamos al umbral de los 10 mil millones de habitantes, debemos comprender mejor la red de vida en la que existimos y entender su funcionamiento como un sistema íntegro.
“La pérdida de biodiversidad da paso a que los patógenos pasen entre los animales y las personas. Cuanto más biodiverso es un ecosistema, más difícil es que un patógeno se propague o domine”, recordó el Pnuma al evaluar la actual crisis.
En el mundo, mil millones de personas son contagiadas cada año y millones de ellas mueren debido a las enfermedades causadas por los distintos coronavirus.
Con el Covid-19, la naturaleza nos envía el mensaje de que ha llegado la hora de reaccionar y reinventar nuestra relación con ella.
“La deforestación, la invasión de hábitats de vida silvestre, la agricultura intensiva y la aceleración del cambio climático han alterado el delicado equilibrio de la naturaleza”, y son la “causa-raíz” para la aparición y desarrollo de enfermedades zoonóticas.
Un millón de especies de plantas y animales se encuentran en peligro de extinción.
Los científicos predicen que si no cambiamos nuestro comportamiento hacia los hábitats salvajes, estamos en peligro de más brotes de virus.
Entre las situaciones a revertir están los patrones de uso del suelo y la deforestación impulsada por la demanda de recursos naturales y alimentos: 26 por ciento de la tierra sin hielo en el planeta se utiliza para pastoreo de ganado y 33 por ciento de las tierras de cultivo se dedican a la alimentación del ganado.
Otro problema con efectos devastadores en hábitats marinos y de agua dulce es la contaminación, puede haber cinco billones (millones de millones) de piezas macro y micro de plástico flotando en los océanos, lo que representa entre 60 y 90 por ciento de los desechos marinos.
La buena noticia ante el duro panorama es que, según Pnuma, aún tenemos tiempo:
“Podemos revertir la pérdida de biodiversidad reinventando nuestra relación con la naturaleza. Debemos conservar y restaurar la vida silvestre, cambiar la forma en que producimos y consumimos alimentos y promover la infraestructura ecológica”.
Agrega que las empresas deben “desarrollar cadenas de suministro sostenibles, así como prácticas agrícolas y manufactureras que no dañen el ambiente. Los grupos de la sociedad civil, analizar cómo preservar y restaurar ecosistemas degradados. Y los consumidores deben repensar lo que compran”.
“El objetivo es que los ciudadanos insten a sus gobiernos a generar y cumplir compromisos de salvaguardar la naturaleza, priorizar el uso de energías renovables, poner fin a la contaminación y garantizar que se respeten las leyes ambientales”.
El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.
gmontanop@yahoo.com