Nuestros muertos en tiempo del Covid-19
La autora es coordinadora del Seminario Niñez Migrante de El Colegio de Sonora.
En tiempos de confinamiento en casa debido a la contingencia sanitaria, es normal, natural, y hasta necesario, pensar qué hubieran dicho nuestros seres queridos que ya no se encuentran con nosotros.
En mi caso es parte del proceso de duelo.
A tres meses de su partida, uno de estos días desperté preguntándome: ¿qué pensarías, Efrén, de todo esto?, ¿cómo reaccionarías?, ¿acatarías el “Quédate en Casa”?, ¿pensarías que es una exageración?
Bajé a la pequeña estancia y sentada en el sofá miré hacia arriba y casi lo veo bajar por las escaleras con su gorra de la “H”, una de sus preferidas, se la regaló su hija Karla.
Lo vi abriendo la puerta para salir a regar las plantas que hace exactamente un año había puesto en el patio, lo recuerdo tan bien pues lo estábamos arreglando para mi cumple en marzo.
Un rosal amarillo, bugambilias (blancas, guindas y moradas), albahaca y yerbabuena muy olorosas, y una nochebuena preciosa yacen atrás de la malla ciclónica del pequeño patio.
La buena mano de Efrén se percibía en lo frondoso de las plantas, en especial de la nochebuena, regalo de El Colegio de Sonora en diciembre de 2018, sobrevivió varios meses; en mayo de 2019 quedaban sólo las varas verdes y me dijo:
“Las voy a sembrar a ver si prenden”.
Para finales de diciembre y principios de enero de 2020 estaban hermosas, grandes y muy rojas, ¡cómo me hubiera gustado ver su reacción al verlas!
La casa está llena de recuerdos que se hacen más agudos en tiempos del Covid-19, ya no hay intermediarios, distractores, rutinas que medien o sirvan de terapia ocupacional entre tus pensamientos y la realidad; no salidas a trabajar, no reuniones con tus amigas.
Y quizás ese sea el objetivo: vivir el duelo, pensarlo, sentirlo, elaborarlo. Sobre lo que diría de esta situación, pienso que como algunas otras veces, en especial cuando se trataba de cosas importantes, preguntaría levantando la boca, (no fue de a gratis que le decían en la secundaria, trompudo, trompeta): “¿Tú cómo la ves Gloria?”.
Mi respuesta sería la que he dado a toda aquella persona que me pregunta: Es un virus, no es un castigo de Dios, hay que seguir la información oficial de los que saben: los especialistas en salud.
No hay que caer en pánico, sino actuar con responsabilidad haciendo la parte que nos toca.
Hay que acatar el “Quédate en Casa”.
Mostraría preocupación por su papá y hermanos mayores.
Me preguntaría cómo está Julián, mi hijo mayor que vive en New York, una de las ciudades de Estados Unidos con el mayor número de casos de Covid-19, y esperaría la cuarentena en su casa en compañía de sus hijas y nieto.
Estaríamos compartiendo por WhatsApp los memes acerca del tema, riéndonos y sacando botana como el que publicó su hermano Juan Erasmo que decía:
“Lo que han cambiado los tiempos… ahora llegas oliendo a alcohol y todos te ven con buenos ojos”.
Después, cuando esto pasara, quizás celebraríamos con una rica carne asada o un fin de semana en Kino Nuevo para festejar el haber salido adelante de la contingencia y atesorar la experiencia que ello nos dejó, y reflexionar sobre lo aprendido.
Cuando esto pase todo eso haré, sólo que ahora sin él.
La autora es coordinadora del Seminario Niñez Migrante de El Colegio de Sonora.
gvaldez@colson.edu.mx