Niñas en peligro: niñas en confinamiento
La autora es Directora de Grameen de la Frontera
La contingencia por el Covid 19 ha dejado una serie de retos a su paso, pues puso en evidencia las importantes áreas de oportunidad que tenemos para construir un mundo con justicia social y con equidad para niñas y mujeres.
Las brechas de género no son un tema nuevo para el mundo, en especial para los países latinoamericanos, los cuales desde antes de que se declarara la pandemia ya tenían una deuda importante con niñas y mujeres: 36% de las niñas y adolescentes abandonaban la escuela por embarazo o por ser forzadas a dedicarse a las tareas del hogar, una de cada 3 sufría algún tipo de violencia y en el mundo las mujeres ganaban 77 centavos por cada dólar que ganaban los hombres por realizar el mismo trabajo.
Una pandemia global que afecta el ingreso familiar, aleja a las niñas de la escuela y las confina en condiciones de pobreza, hace que la brecha de género crezca y que, por ende, limite la posibilidad de desarrollo y de acceso a una vida libre de violencia.
Adicional a esto, la pobreza puede empujar a niñas y jóvenes a tener relaciones sexuales transaccionales de riesgo, lo que puede generar más violencia, infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Según el Banco Mundial, un aumento del 1% en el desempleo masculino exacerba la violencia de género, con un aumento del 2.5% en violencia física de la pareja íntima contra la mujer, lo que resulta crítico en una etapa donde la pérdida del empleo ha sido sostenida.
Muchas mujeres y niñas son obligadas a confinarse con sus agresores, sin que tengan oportunidad de resolverlo. Según informes internacionales, durante la pandemia ha aumentado el abuso infantil en línea, especialmente la búsqueda de contenido de abuso o explotación sexual de niñas y niños; además, se estima que, por cada 3 meses que continúe el confinamiento, habrá 15
millones de casos adicionales de violencia de género según datos de ONU Mujeres.
En México, según la Unicef, las llamadas a refugios reportando violencia han registrado un incremento del 60 al 80% durante la pandemia, lo que resulta preocupante si recordamos que hay estudios que demuestran que incluso antes de la pandemia, el hogar era el lugar más peligroso para niñas y mujeres mexicanas.
Por lo anterior, resulta urgente crear mecanismos de protección a niñas y mujeres que sufren violencia, los cuales pueden ir desde la efectividad en la operación de las procuradurías del menor, el apoyo a refugios para garantizar que existan espacios disponibles, el acompañamiento emocional, pero sobre todo, resulta prioritario invertir en programas de prevención.
Las estrategias deben incluir además elementos que permitan llevar la prevención y atención a comunidades rurales, las cuales, por su posición geográfica y condiciones socioeconómicas, requieren esfuerzos diferenciados, teniendo siempre presente que la violencia contra la mujer tiende a aumentar en cualquier tipo de emergencia, incluidas las epidemias.
La autora es Directora de Grameen de la Frontera y profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte
@PaulaTakashima