Nadie nos detiene
El autor de licenciado en Ciencias de la Comunicación.
Esta semana sucedieron dos acontecimientos que nos sacó un poco de la catarsis social de la que ya nos acostumbramos entre los problemas en nuestra comunidad, las decisiones en políticas que no ponemos atención hasta que nos afecta directamente, la pandemia y nuestras broncas personales.
Dos eventos completamente distintos pero que despertaron la misma furia y desprecio para quienes toman decisiones en “representación” de los ciudadanos.
Dos eventos que no tienen razón de ser, que a pesar de la distancia significativa de ambos, los sentimos tan propios que tarde o temprano nos puede pasar a nosotros.
El primero, me refiero al incidente de la línea doce del metro, esto en la ciudad de México. Cabe destacar que no fue un accidente, pues hubo las pruebas suficientes que las instalaciones son deficientes y desde hace tiempo necesitaban el mantenimiento adecuado.
Es inaudito hasta qué punto debemos de llegar para que, ya consideren echar manos a la obra contra los desperfectos o necesidades que tiene una instalación, ¿tienen que llegar a tal grado de morir personas para ser tomada en cuenta, en serio?
Pero el daño se encuentra hecho, alrededor de 25 personas perdieron la vida, personas que nunca les pasó por la cabeza que el 03 de mayo sería el último de sus vidas. Obviamente, esto no se queda así, tiene que hacerse la investigación correspondiente, porque a razón de la negligencia y pereza de querer hacer las acciones necesarias para tener en óptimas condiciones.
Ahora nos vamos hasta el hemisferio sur, donde nuestros hermanos colombianos se encontraron inmersos en medio de una protesta, que es de mi total reconocimiento, la ciudad tiene que ser escuchada, y vaya que lo fue.
Un acontecimiento que fue foco de atención en todo el mundo e hizo sentir la euforia e impotencia al saber que no podemos hacer algo.
En muchos videos compartidos en las redes sociales pudimos apreciar la represión innecesaria de un conjunto de peleles, quienes asesinaron a varias personas por el simple hecho de manifestarse.
Me llenó de rabia al presenciar que mis hermanos colombianos huían de las personas que juraron los iban a proteger, presenciar las balas en contra de inocentes quienes solamente reclamaban derechos básicos que tenemos todos los ciudadanos.
Mi mas sinceras condolencia a las familias de las víctimas del metro, un hecho que no se borrará de nuestras mentes, otra mancha de sangre que se vuelve imborrable.
Y todo mi apoyo a los colombianos, la burocracia no podrá más que la ciudadanía que lucha día a día por una mejor calidad de vida, que busca crecer y está dispuesta a luchar por su bienestar cuando sea necesario.
¡Fuerza!
¡Nadie nos detiene!
El autor de licenciado en Ciencias de la Comunicación.