Lo dañino de ser acomedido

El autor es productor de radio y televisión.

En México, somos muy dados a ofrecer nuestro talento sin recibir nada a cambio; lo traemos en los genes, y es parte de la identidad.

Ser acomedido antes era sinónimo de ser una persona afable, educada, siempre esperando las órdenes de los demás para complacer un favor.

Ser acomedidos no nos ha llevado a ningún lado como nación.

Es fácil sorprendernos con otras culturas, donde el trato humano, es normal que sea mercantil, “yo tengo algo que a ti te interesa y cuesta tanto”; nosotros no sabemos de mercado ni sacar provecho de una situación ¿por qué? en mucho influyen los dogmas, principalmente de la religión católica, que promueve la humildad, sacrificio y sumisión.

No hay que confundir el civismo con el servilismo.

Las naciones de primer mundo, en su “frialdad” del trato humano, siempre han destacado por resultados.

Nadie se toca el corazón por otro, nadie termina haciendo el trabajo de otro. Cada quién tiene que hacer lo que le corresponde.

Por eso esos países funcionan como debe ser.

En México el panorama es distinto y frustrante.

Aquí el criterio va encaminado al abuso, no solamente en lo personal, sino también en lo laboral.

Así como hay empresas que cuidan a sus empleados, les capacita y abre oportunidades de desarrollo, hay otras que abusan del talento.

Lógicamente quienes han vivido situaciones de ese tipo, no queda otra que aceptar y bajar la cabeza.

Para finalizar, hay quienes son hábiles en el arte de ser acomedido, porque entre esta acción y la lambisconería, hay una línea casi invisible.

“Que se vea que andas para arriba y para abajo, para que los jefes vean que sí trabajas, aunque no hagas nada”, eso es algo muy común en trabajadores mexicanos (tampoco es exclusivo de la fuerza laboral nacional).

¿Y saben qué? Sí hay patrones que su criterio de evaluación se basa en lo “acomedido” y en qué tanto se anda moviendo el empleado por la empresa.

El presente, ya está definido con una nueva cultura laboral y social, donde los resultados y los dogmas de la “vieja hacienda” van quedando atrás.

Los criterios de participación no se basan en la “disponibilidad”, todo debe tener un resultado realmente medible.

Pero en México, tal parece que no se avanza mucho en eso, el camino de la evolución, del cambio en nuestro país, es: “vamos a cambiar, a innovar, pero bajo los mismos criterios que siempre hemos manejado”.

Simplemente es un absurdo, que no hemos logrado sacudir en nuestra forma de ser.

Lo “acomedido” sigue vigente y se fomenta.

Todo cambiará cuando las generaciones millenials y centenials, tomen el poder.

Los de las generaciones X y Baby Boomers, ya somos causa perdida.

El autor es productor de radio y televisión.