Las guerras por exclusividad en televisión

Productor de televisión y contenidos digitales.

Por décadas escuchamos sobre la famosa “exclusividad” que las figuras en medios de comunicación tenían con su empresa, sobre todo en medios electrónicos.

Pero ¿fue efectiva y benefi ció a las empresas y al talento?

En México, desde que nació la radio, la exclusividad llegó para contener a las estrellas musicales y locutores, gestadas en el incipiente medio.

El impulso a este método lo dio Emilio Azcárraga, dueño de la XEW. Tal fue la obsesión de Azcárraga por que no se escaparan sus estrellas, que compró más estaciones en CDMX y todo el país.

Esta maniobra le funcionó muy bien.

La llegada de la televisión en 1950 con el canal 4 de Rómulo O’Farrill implicó una cantera de talento que solamente tenía esa opción para laborar.

En 1951 comienza el canal 2 bajo la dirección de Azcárraga Vidaurreta, iniciando la primera guerra de exclusividad. Azcárraga tenía la ventaja del elenco en la XEW.

Actrices, actores y productores iban y venían desde la Lotería Nacional donde se ubicaba el canal 4, hasta Televicentro en avenida Chapultepec, casa del canal 2.

Los altos costos de operación y la política, llevaron a la fusión de los canales 2, 4 y 5 para crear Telesistema Mexicano; de nueva cuenta, solamente quedó un centro de trabajo en la pantalla.

Los contratos de exclusividad resurgieron al comenzar las transmisiones del canal 8, de empresarios regiomontanos, quienes aprovecharon la infraestructura de los estudios San Ángel Inn y con ello desataron feroz competencia contra Televicentro.

Emilio Azcárraga Milmo asume el mando de Telesistema en 1972 y un año después se fusiona con el canal 8 para el surgimiento de Televisa.

Las oportunidades de trabajo se volvieron a concentrar. En 1993 cuando se privatiza la televisión de Estado y surge Televisión Azteca, empresa que en un principio fue persuadida por Azcárraga Milmo, para que no se metiera en los terrenos de la producción de telenovelas.

Azteca crea alianzas con productores independientes y éstos a su vez utilizan a actores y actrices que no tenían exclusividad con Televisa.

Llega 1996 y el programa Ventaneando con Paty Chapoy provoca a Televisa y ésta a su vez endurece las políticas de exclusividad con sus estrellas, iniciando así la tercera guerra de televisoras.

En el nuevo milenio, las televisoras entran a una debacle acentuada por la llegada del internet y factores políticos. Televisa elimina casi en su totalidad los contratos de exclusividad, incluso, los vitalicios.

La fidelidad del talento mutó a un fenómeno de migración a otras empresas.

En el recuerdo del colectivo quedaron aquellos casos en los que Televisa dejaba caer todo su poder sobre quienes tomaban la iniciativa de cambiarse la “camiseta”.

El egoísmo de la televisión abonó a una mentalidad de conformismo que se extendió desde los foros hasta la sociedad.

DANIEL RÍOS 

@Danyrivers