La tutela autoasignada, una opción para adultos mayores
La autora es Maestra en Derecho Internacional Privado por la Universidad de Sonora.
¿Quién cuidará de mí en mi vejez, si sufro una enfermedad mental o demencia que me impida decidir por mí mismo?, ¿quién podrá administrar mi patrimonio o tomar decisiones respecto de mi salud y cuidados?
Éstas son algunas de las preguntas que se pueden realizar algunos adultos mayores a quienes les inquieta tener alguna incapacidad mental ya sea por la propia edad, una situación médica o un accidente, o bien, padecer de demencia o sufrir una adicción a una sustancia tóxica que les impida gobernarse por sí mismos.
El quedar solos e incapaces de tomar decisiones por nosotros mismos en los últimos años de nuestra vida, es un motivo de gran preocupación, incluso la mayoría de las ocasiones, no tenemos la confianza para tratar estos temas en familia, que son muy importantes.
Los hijos tenemos la obligación de cuidar de nuestros padres cuando éstos ya por su avanzada edad, no pueden valerse por sí mismos, pero realmente, ¿lo hacemos? y si a esta situación añadimos, el hecho de que alguno de nuestros padres padeciera una incapacidad mental o demencia, que no pudiera discernir por sí mismo, ¿nos haremos responsables?.
Estas circunstancias pueden presentarse y también ser motivo de discordia familiar, convirtiéndose en un problema social, por el desamparo en el que viven muchos adultos mayores, a veces abusados por sus propios familiares, quienes los despojan hasta de su pensión o incluso los sacan de su propia casa.
Para evitar este problema, la ley nos ofrece una solución legal mediante la figura de la tutela autoasignada, que consiste en un documento otorgado y firmado ante Notario Público, donde designamos a una persona como tutor para que se encargue de cuidar de nuestra persona e incluso pueda administrar nuestro patrimonio, convirtiéndose en nuestro representante que puede tomar decisiones por nosotros.
También en ese documento podemos nombrar un curador que vigile que el tutor actúe siempre en nuestro mayor beneficio.
Este documento también será firmado por las personas que nombremos como tutor y curador, por lo que previamente tenemos que conversar con ellos sobre este encargo y su disponibilidad para ejercerlo, ya que al comparecer ante Notario Público, estarán aceptando la encomienda.
Así, si un adulto mayor tiene una enfermedad mental, padece demencia o alguna adicción a una sustancia tóxica que le impida gobernarse por sí mismo, tendrá que llevarse a cabo un juicio de interdicción para que un juez lo declare incapaz, pero teniendo este documento de tutela autoasignada realizado previamente, allanamos el camino y en lugar de que el juez nos designe un tutor y un curador, el tutor y el curador designado por nosotros en el documento notariado, se presentarán ante el juez, aceptando y protestando su cumplimiento, con lo cual podrán hacerse cargo de la persona incapaz y de sus bienes, siguiendo el proceso que marca la ley, rindiendo cuentas al juez cada año.
Este documento, igual que el testamento, es uno de los actos más importantes y trascendentes que podemos realizar en nuestra vida, porque se trata de prevenir un problema y ejercer nuestra voluntad en su mayor amplitud, para decidir qué personas se harán cargo de cuidarnos y protegernos, de tomar decisiones respecto a nuestra salud y nuestro patrimonio, cuando nosotros no podamos hacerlo, porque todas las personas tenemos derecho a una vida digna hasta el final de nuestros días.
La autora es Maestra en Derecho Internacional Privado por la Universidad de Sonora, Titular de la Notaría Pública número 106 en Hermosillo, Sonora, Presidenta del Consejo de Business Partners y Vicepresidenta del Consejo de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias Amexme, Capítulo Hermosillo, A.C.