La Revolución Mexicana, ¿a festejar?
Director de Humanidades en el TEC de Monterrey Campus Sonora Norte.
Para los que nacimos en los últimos treinta años del siglo XX, las promesas de bienestar, crecimiento y desarrollo tras la Revolución Mexicana se transformaron en una serie de crisis económicas que asolaron al país en cada sexenio y todavía seguimos con un gris crecimiento económico.
A 109 años, el mayor problema con la Revolución es que no la conocemos.
Es decir, hemos aprendido una historia mal contada porque partió de la interpretación a modo o se perdió en la justicia de la causa.
Para Macario Schettino la Revolución Mexicana no es un hecho histórico, sino una construcción cultural elaborada durante el Cardenismo para darle coherencia a todos los hechos suscitados entre 1908 y 1934, y para legitimar al naciente sistema político mexicano.
Es una interpretación interesada de los eventos ocurridos a la salida de Porfirio Díaz, creada por los ganadores de la serie de guerras civiles que le siguieron, para dotarse de una legitimidad que de otra manera no hubieran tenido.
Daniel Cosío Villegas (1947) aseguró que sus protagonistas siempre estuvieron por debajo de las exigencias del movimiento de 1910, y que era urgente una depuración de personas y principios. Distintos historiadores desde los años ochenta han criticado a la Revolución Mexicana.
Entre ellos están Alan Knight, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín o Lorenzo Meyer.
También hay historiadores mexicanos nacidos entre 1968 y 1971 como Carlos Azar, Tania Carreño, Carlos Silva, Sandra Molina o Julio Trujillo que han desmitificado a los caudillos y al fenómeno postrevolucionario.
A 109 años del inicio de la Revolución Mexicana seguimos siendo una sociedad desigual.
Somos un país con distintas realidades y contextos.
Seguimos ante una nación con muchos privilegios para grupos sindicales, empresariales o políticos, arropados por el discurso revolucionario.
En 2019 no queda claro cuál es el proyecto de nación para el futuro, a pesar de las últimas reformas estructurales, y nos movemos sin claridad en el contexto global, mientras países con más deficiencias que México hace 50 años nos superan enormemente como Corea del Sur, Finlandia, Singapur, China o Japón.
En 2019 tenemos que hablar de transformación más que de Revolución.
Urge transformar las instituciones creadas en el siglo XX para responder a las necesidades de este siglo y se requiere dar más peso a los ciudadanos en las decisiones trascendentales para la sociedad mexicana.
Hasta hoy los políticos que exaltan la Revolución Mexicana sin demostrar transparencia, rendición de cuentas ni resultados tangibles en la calidad de vida de los mexicanos.
Con discursos maravillosos en torno a la Revolución no lograremos grandes cambios hoy, urgen acciones que detonen la economía, el Estado de Derecho y mejorar la vida de los mexicanos.
Usted, ¿qué piensa?
RAFAEL ROBLES FLORES
Director de Humanidades en el TEC de Monterrey Campus Sonora Norte y presidente de Grameen de la Frontera. @rafaelroblesf