La opinión desinformada
Los mexicanos nos sorprendemos demasiado con cuestiones simples. Hay “algo” que nos acerca a un tipo de “información” y no a otra, o bien, se nos atrae con el sensacionalismo.
Los mexicanos nos sorprendemos demasiado con cuestiones simples. Hay “algo” que nos acerca a un tipo de “información” y no a otra, o bien, se nos atrae con el sensacionalismo.
Lo más interesante es que de ahí se forme una opinión personal. Las redes sociales son un referente para prácticamente todas las cosas que se hacen cotidianamente. Desde los grupos que comparten intereses comunes, hasta explotar el modo comercial por la gran cantidad de personas que la usan hoy.
Hay quienes no creen nada si no está en las redes o al menos se haya distribuido por ese medio. La respuesta a este comportamiento es más simple de lo que pensamos. Todo el secreto radica en la educación.
La mayoría de las personas sólo se quedan con datos en lugar de conocimiento. Pere Rovira lo explica de forma muy clara en un ejemplo de su cosecha:
“Si reunimos el nombre de unas calles, lo que tenemos son datos. Si ponemos esas calles en un mapa, sabremos lo grandes que son y cómo se cruzan unas con otras, eso es información.
Perosi trazamos la ruta sobre el mapa con la calle donde estamos hacia la calle donde queremos llegar, eso es conocimiento”. Regularmente no hacemos las dos cosas finales y la opinión es forjada considerando sólo datos, “la opinión es percepción”, dijo alguien por ahí.
Para que haya información y el posterior conocimiento, es necesaria la educación. Y no hablo sólo de enseñanza en las escuelas, sino fundamentalmente de la educación en casa, la herencia a los hijos.
Aunque me cuesta trabajo creerlo, los adolescentes se convierten sin querer en un objetivo para la desinformación, y de igual manera, en reproductores de la misma. Tampoco dudo que
los desinformados sean los que más gritan, más critiquen y menos colaboren y cooperen.
Somos una sociedad compleja, no cabe duda, pero con una opinión pública distorsionada por múltiples factores. Nos corresponde a cada uno de nosotros ser transmisores de datos fidedignos e irrefutables, no de rumores o dichos de alguien más.
Si cada quien hiciera la parte que le corresponde dentro de su orden natural o establecido donde le tocó estar, tenga usted por sentado que muchas cosas de la vida social y política serían
innecesarias. Así sucede en otras partes del mundo, ¿por qué aquí no?
Las respuestas están en nosotros mismos, como ciudadanos o como seres humanos, pero no llegarán mientras gritemos las opiniones de “el feis” y no las bien informadas. Se requiere la ignorancia para mover a un pueblo, pero hace más un pueblo informado y sobre todo educado. ¿En cuál quiere vivir usted?
El autor es Maestro en Educación y profesionista independiente.
olopezh@yahoo.com
Twitter: @oalh
FB: Omar López