La irresponsabilidad de vivir una ética política sin renovación

La autora es emprendedora social con especialidad en problemáticas sociales y exclusión social.

¿La ética es la que nos hace llenar el hambre del pobre, o es aquella que promueve igualdad de oportunidades, la dignificación del trabajo para todos y no sólo de unos cuantos, el acceso a la educación, la calidad de vida, el impulso de empoderamiento y autonomía del pobre para que deje de serlo?

El análisis de la ética política hoy en día exige el replanteamiento y erradicación de la forma en la que este término significa dentro de estándares de la moral, puesto que, el sentido bajo el cual se funda éste se centra en un cúmulo de comprensión reduccionista del comportamiento cívico ante las divergencias de la cultura, las prácticas y la misma identidad de la ciudadanía que no se perfilan dentro de un eje constitucional o jurídico que hace décadas se propuso en la Constitución mexicana.

Entendiendo que el Estado, y su jurisprudenciano logra alcanzar la igualdad, la justicia y el bien común, limitando -por el contrario- la soberanía de aquéllos que por una visión reduccionista desde las reglas de la moral son catalogados como incapaces, outsiders, opositores, donde su forma de ética y moral es infravalorada y minimizada por los dictadores del sistema o los poseedores de poder entre las clases sociales dominantes que invisibilizan y privan de libertad a las minorías o a aquellos que sólo poseen lo necesario para vivir.

Más que hablar de una recuperación de ética en su definición, desarrollo y evaluación de la misma en las políticas públicas que se encuentran en el sistema constitucional de acción del Gobierno mexicano, sugeriría intentar resignificar el concepto de ética para el México que tiene más de un 40% de población que vive en pobreza.

Considero que las circunstancias del país en materia de política pública deberían definir los principios básicos bajo los cuales se debe definir a una ética operacional y activa e incluyente que dé respuesta a problemas reales que desencadenan inseguridad e injusticia en la ciudadanía mexicana, que parta de escenarios de escucha, participación, objetividad, debate, transparencia y comunicación efectiva con lenguaje común e incluyente, basada en situaciones medibles y no en buenas intenciones, pero sin cambios que beneficien al pueblo mexicano, con enfoque a resolución de problemáticas sociales.

La erradicación de la pobreza en México pareciera que es un acto de lucha, mas lo que sólo se logra ver en cada levantamiento del Inegi es la constante alza del porcentaje de pobres en el país, donde sólo deja por sentado la negligencia bajo la cual la intentan disminuir, aludiendo al imaginario de que en México los pobres son pobres porque quieren.

Es así que hablar de ética es un reto complejo al intentar definirla desde posiciones de clase distintas, etnias, géneros, etc.

En ese sentido, encontrar la universalidad y singularidad de los mexicanos es reto de todos y no sólo del Gobierno, que genere ecosistemas de entendimiento mutuo en planos transdisciplinares que comprendan integralmente la concepción de la ética y los mecanismos de evaluación de impacto de la política y de transformación positiva del país en esta pandemia, retomando a Boaventura que hablaría de desmonumentalizar las posturas eurocentristas, colonizadoras y exclusivas.

La autora es emprendedora social con especialidad en problemáticas sociales y exclusión social.

Mtra. Ciencias Sociales por la Unison.

Doctorante en Ciencias Políticas de la Universidad de Guadalajara.

jennyferquinterob@gmail.com