La importancia de lo que pienso de mi hijo. Efecto Pigmalión
La autora es Coach Escolar y Personal.
Corría el año de 1968, el profesor Robert Rosenthal y la directora de Harvard, Leonore Jacobson, realizaron un experimento donde buscaban comprobar la importancia de la expectativa, en este caso, maestro-alumno.
Al principio del año escolar realizaron una evaluación a los alumnos y se les dijo a los maestros que esta prueba podía predecir quiénes tendrían un alto rendimiento; luego eligieron al azar el 20% de cada salón, los elegidos fueron presentados a los maestros y tras 8 meses de estudio, se les volvió aplicar el examen, resultando un notorio avance en los niños seleccionados.
Estos estudios se realizan de manera gerencial o empresarial, dando resultados similares; esta teoría aplica perfectamente a la relación padres e hijos; la pregunta es, ¿qué expectativas reales tienes de tu hijo?
¿Es inteligente?
¿Puede ser de 10 en su boleta?
¿Confías en él?
La mayoría de los papás que entran en mi consultorio no creen que su hijo pueda ser de 10; la mayoría de las veces lo dicen delante de su vástago.
Yo entiendo que están en un círculo desgastado, donde el niño te entrega malas notas, reportes, etcétera, y tu confianza hace rato se perdió en el camino.
Mi trabajo es editar esos pensamientos con técnicas de PNL, y lógicamente la expectativa es parte de un conjunto de puntos a mejorar; necesitamos saber cómo hace lo que hace, sin juzgar, qué hábitos tiene que cambiar, cómo debe hablarle de acuerdo con su canal de comunicación, poner una meta a corto plazo, etcétera; el trabajo es de los papás, el hijo y yo en el proceso del coaching.
Los resultados del estudio mencionado, establecen que lo más importante que ellos vieron es que con esta expectativa alta, los maestros tenían más comunicación con los alumnos, el aspecto emocional era mucho más fraternal; el maestro sabía y estaba seguro que el alumno tenía potencial.
Como papás debemos estar muy conscientes de esa vocecita que todos tenemos, de lo que nos decimos antes de pedirle que haga la tarea, se ponga a estudiar, pedirle alguna calificación en especial, que trabaje en el salón, ponerle metas… no te martirices, estos pensamientos son normales, sólo hay que estar muy pendientes, estar consciente del inconsciente.
Recuerda que actuamos con base en la información grabada desde pequeños, la buena noticia es que se puede manipular esta información para cambiar nuestra actitud.
Te sugiero que no veas como una “exigencia” que no puede llevar tu hijo, cuando hablamos de 10, la idea es que seamos congruentes con nuestros pensamientos y acciones, algunos papás les dicen a sus hijos que son inteligentes, pero en el fondo está la desconfianza, el reto es llevar a tu hijo a buscar los dieces y mejorar su autoestima, hablando y actuando en la misma sintonía, papá, mamá e hijo.