La escalofriante realidad del trabajo forzoso en el campo mexicano

El autor Abogado litigante. Especialista en Seguridad Social.

El trabajo forzoso es uno de los graves males que nos afectan enormemente como sociedad, calamidad lacerante que en ¨la alta sociedad desarrollada del siglo XXI¨, se encuentra vigente y prácticamente convivimos en nuestro día a día con alguna víctima de esta moderna esclavitud o consumimos algún bien o alimento que fue producido de esta manera… Y sí, Sonora vergonzosamente ocupa los primeros lugares de nuestro país en esta versión moderna de esclavitud.

La OIT (Organización Internacional del Trabajo), define al trabajo forzoso de la siguiente manera: ¨Por trabajo forzoso puede entenderse el trabajo que se realiza de manera involuntaria y bajo amenaza de una pena cualquiera. Se refiere a situaciones en las cuales personas están forzadas a trabajar mediante el uso de violencia o intimidación, o por medios más sutiles como una deuda manipulada, retención de documentos de identidad o amenazas de denuncia a las autoridades de inmigración.¨

En México la prohibición del trabajo forzoso se encuentra en rango Constitucional y está considerado como delito grave por el Código Penal Federal; sin embargo, nuestro país ocupa el nada honroso primer lugar de trabajo forzoso a nivel de América Latina, según datos obtenidos por investigaciones de la Walk Free Foundation, en estrecha colaboración con la OIT.

Sus víctimas en su mayoría suelen ser campesinos que migran temporalmente o permanentemente desde los estados del sur; o bien, centroamericanos que se ven atrapados en nuestro país en su intento de llegar a los Estados Unidos, son ¨contratados¨ para trabajar en cultivos de exportación en entidades del centro y el norte del país.

A diario soportan violaciones a derechos laborales, vivienda, educación, salud, alimentación sana, carecen de contratos formales, condiciones adecuadas de trabajo, seguridad social, pago de horas extraordinarias y sume usted cualquier otra arbitrariedad por más sorprendente que le parezca.

Un estudio elaborado en el año 2018, sobre el trabajo en el campo, por parte del Departamento de Trabajo de Estados Unidos aporta estos terribles datos: ¨Es costumbre observar trabajadores con jornadas de hasta 15 horas diarias bajo amenaza de despido y reciben sueldos por debajo del mínimo o ningún pago, otros enfrentan un endeudamiento creciente con tiendas de las empresas que a menudo inflan los precios de sus productos, obligando a los empleados a comprar a crédito y así limitan su capacidad para abandonar las granjas”.

Es la versión renovada de las llamadas “tiendas de raya” que funcionaron en México a finales del siglo XIX e inicios del XX, ubicadas junto a fábricas y haciendas, sitios donde los trabajadores estaban obligados a comprar sus productos básicos. Así es, actualmente gozan de cabal salud las tiendas de raya típicas del Porfiriato, las mismas que se encuentran expresamente prohibidas en nuestra Constitución desde el año 1917.

Son 17 los estados del país principalmente Sinaloa, Sonora, Chihuahua, y Baja California Norte en donde se concentra la explotación de personas. La Organización Nacional Campesina (ONAC) emitió un comunicado en el que denuncia que a pesar de que México ha firmado convenios y tratados contra el trabajo forzado, no ha habido cambios reales en las condiciones de vida de miles de campesinos en el país.

Estamos en la presencia de un grave problema a escala mundial y nuestro estado no es la excepción, es sumamente urgente crear y tener conciencia social al respecto, es nuestro deber hacer visible este vergonzoso y lacerante flagelo y en la medida de nuestras posibilidades denunciar y evitar consumir productos que se fabricaron con estas detestables prácticas; sólo así, poco a poco, se puede terminar con esta versión moderna de esclavitud.

Por Hernán Arturo Moreno Hoyos Abril

El autor Abogado litigante. Especialista en Seguridad Social.

arturo.morenoha@hotmail.com