La cicatriz en mi frente

El autor es Comunicólogo y creador de contenidos

Cuando era niño, en una ocasión me percaté que tenía una cicatriz en mi frente muy peculiar. No se trataba de una cicatriz común, de esas que levantan la piel, ésta era más bien una hendidura que se marcaba en mi frente cada vez que hacía ciertos gestos, por lo tanto, acto seguido, mi curiosidad de niño me llevó a preguntarle a mamá qué fue lo que me había pasado.

Ella me dijo: “Una vez que ya aprendiste a caminar, comenzaste a correr de un lado para otro dentro de la casa y pasabas corriendo justo debajo de la barra de la cocina, hasta que un día, creciste lo suficiente,y chocaste directo contra la esquina, así que por eso tienes esa cicatriz”... misterio resuelto.

¿Por qué te cuento esta historia? Resulta que estoy convencido de que toda experiencia puede servirnos como enseñanza, pues al cabo de los años, viendo todos los días en el espejo aquella cicatriz, venía a mí una pregunta a manera de reflexión: “¿en qué otro lugar o área de mi vida estoy tratando de atravesarlo a fuerzas, cuando es evidente que ya no pertenezco ahí, que sólo me causa heridas y cicatrices?”.

Y es que para las personas no hay nada más difícil que el cambio, pero llega un momento en nuestra vida en que tenemos que tomar decisiones firmes y valientes, darnos cuenta que, por ejemplo, esa relación o pareja no es para mí, esas amistades unilaterales no me aportan nada bueno, mi estilo de vida está acabando conmigo, etcétera.

Es aquí cuando nos preguntamos ¿por qué me pasa esto a mí?, y es normal preguntárselo, pero debemos entender que nunca obtendremos resultados diferentes si los buscamos en los mismos lugares de siempre; así como en mi historia, podría seguir intentado pasar por debajo de la mesa con todas mis fuerzas, pero siempre acabaría lastimado, me guste o no.

¿Cuántas veces más nos tenemos que estrellar para entender que ya no “cabemos” en ese lugar? Tenemos que aceptarlo… ya no somos niños y ya no podemos seguir actuando como tales, ingenuos e inocentes ante las acciones y decisiones que tomamos.

En este momento, justo ahora que estás leyendo esto, tienes que decidirte, si vas a seguir corriendo bajo esa mesa para ver si esta vez sí pasas o te lastimas por enésima vez… o, en esta ocasión, decides rodearla y tomar un camino diferente.

¿Qué prefieres? ¿Una nueva cicatriz o un nuevo camino? ¿Avanzar en tu vida o acostumbrarte al dolor? Es tu elección, siempre lo ha sido, pero pregúntate… ¿cuántas cicatrices más puede soportar tu frente? Aprendamos de nuestras heridas… antes de que cicatricen en lo profundo.

El autor es Comunicólogo y creador de contenidos

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