Homeless & Hopemess, vidas paralelas

El autor es Publicitario miembro de ASPAC Por un México bueno, culto, rico y justo.

El alba despunta y la algarabía de las aves se alborota muda al ronquido que se escapa entre los cartones. Como cada día se levanta con pesadez desperezándose con desgano entre edredones de papel tejidos de viejas noticias que él no descifra ni entiende. En su nido de cartón parece al margen de los acontecimientos porque su atención se encuentra siempre ausente.

Cuando su alba al fin despunta, las aves ya se han marchado hace horas, y no se apercibe de ellas porque su ritmo es lento y apocado. Su emoción no alcanza a aflorar, la sonrisa se vuelve sólo

una mueca que en la costumbre perdió su significado y razón, convertida en sólo un gesto lejos ya de ser una expresión.

El entusiasmo no parece encender en su interno, camina despacio.

Va repitiendo una ruta, no precisamente con aplomo sino más bien con pies de plomo, como si las dudas le pusieran peso extra a su andar.

Empuja sus acumulados recuerdos construidos de cosas materiales con historias que ya no alcanza a dilucidar si han sido reales o imaginadas. Tira de su carro haciéndolo moverse con la destreza que da la costumbre.

En un presente continuo sin contexto y sin conexiones, sin lógica ni perspectiva, dibuja su periplo con ademanes mendicantes aprendidos de alguien que no recuerda ya.

Como el sol cruza la bóveda él cruza la ciudad. Transita y trasiega, espeta y profiere, jadea y porfía, pero al final el ciclo lo impone la vida que le fuerza a volver a su nido como esperanzada de que mañana fuere capaz de ver las maravillas que manifiesta cada amanecer e inspirarle grandezas.

Él es Homeless. El alba despunta de nuevo y la algarabía de las aves se alborota muda al insomnio que se anida entre edredones. Como cada día se despereza con rapidez, aunque con desgano entre sábanas límpidas y el alboroto de noticias que él no discrimina ni atiende.

En su nido de lino se encuentra al margen de los acontecimientos porque su atención parece siempre ausente.

Cuando el alba despunta y las aves se marchan él no se apercibe de ellas porque su ritmo es frenético y agobiado. Su emoción no alcanza a aflorar, la sonrisa se vuelve sólo una mueca que en la costumbre perdió su significado y razón, convertida en un mero gesto alejado de la expresión.

El entusiasmo no parece encender en su interior, avanza de prisa.

Va repitiendo una ruta, no con atingencia sino más bien con hábito, como si la reiteración le aportara valor extra a su andadura.

Empuja sus acumulados recuerdos construidos de cosas materiales con historias que ya no alcanza a dilucidar si han sido reales o imaginadas. Conduce su carro haciéndolo moverse con la destreza que da la costumbre.

En un presente continuado  sin claro contexto ni conexiones,  sin lógica ni perspectiva sensata, dibuja su periplo con ademanes mandantes aprendidos de alguien que casi no recuerda.

Como el sol cruza la bóveda él cruza la ciudad. Transita y trasiega, espeta y profiere, jadea y porfía, pero al final el ciclo lo impone la vida que le fuerza a volver a su nido como esperanzada de que mañana fuere capaz de ver las maravillas que manifiesta cada amanecer e inspirarle grandezas. Somos Hopemess.

El autor es Publicitario miembro de ASPAC Por un México bueno, culto, rico y justo.

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