Hacer quehacer salva vidas

La autora es licenciada en Derecho por la Universidad La Salle Noroeste. Diplomado en Ciencias Sociales y Antropología Filosófica. Integrante del Colectivo Teatro P. M. Es corresponsal de Expreso en Cajeme.

La última vez que me rompieron el corazón fue mientras tenía una cena no tan romántica con un bombón con el que había estado saliendo durante cinco meses. Fue duro aguantar hasta que se acabara la cena y se marchara para que la frustración se apoderara de mí. Una vez más, tuve que comprender que el amor no me esperaba ahí y que mi vida continuaría.

Pero, para llegar a esa conclusión, fue necesario aplicar la técnica milenaria de eliminación de la tristeza recomendada por mi abuelita: media hora lavando trastes.

Tras cerrar la puerta, lo siguiente que hice fue levantar los platos sucios de la última cena que, al igual que la historia de Jesús, acabaría con alguien traicionado. Una vez preparado el jabón líquido, empecé plato por plato a pasar la esponja y en cada pasada, pensaba: “¿cómo no me di cuenta antes?”; pero también pensé: “qué difícil es quitar el queso manchego derretido cuando se

seca en un plato”. Inmediatamente mi “yo emo” comenzó a disiparse. Y de pronto, mi concentración estaba dirigida totalmente a quitar la mancha de queso del plato.

Durante la próxima media hora, lo que pudo haber sido un mar de llanto se había convertido en una manera diferente de analizar una situación nada agradable, gracias a la concentración para lavar trastes nivel 'sayayín' que les vengo manejando.

Tal vez los movimientos liberaban el enojo y la frustración, tal vez fue el chorro de agua tibia tranquilizando los golpes que quería tirar… no les sé decir qué tan tranquilizante fue lavar los platos porque al final la decisión estaba tomada: se había acabado todo y no sentía ninguna necesidad de seguirle dando vueltas al asunto.

No cabe duda que doña Emma tiene razón al decir que el día que estés triste te pongas a hacer “quehacer” porque es puro ocio estar achicopalada.

Y atendiendo al dicho universal “si quieres cambiar el mundo empieza por tu casa”, mi abuelita no podía tener la boca mas retacada de razón: hacer quehacer entretiene mentes y salva vidas.

Con esto, quiero decir que cualquier actividad que ocupe tu mente y tu tiempo pueden servirte de terapia para combatir la ansiedad que te genera una situación poco agradable.

Tal vez, a final de cuentas no estabas triste y solo tenías mucho tiempo libre.

En mi caso, una pequeña actividad como lavar platos me ayuda a no repensar de más las situaciones que están fuera de mi control y que necesitaban pasar para darme cuenta de las próximas decisiones que tomaré en mi vida. Sin duda, tendré que hacerlo más seguido.

La autora es licenciada en Derecho por la Universidad La Salle Noroeste. Diplomado en Ciencias Sociales y Antropología Filosófica. Integrante del Colectivo Teatro P. M. Es corresponsal de Expreso en Cajeme.