¿Gustas agua?
El autor es escritor, capacitador, conferencista y Life Coach en SB3.
Cuida lo que metes a tu mente, de la misma manera que cuidas lo que metes a tu boca
Imagina que llegas a casa de un conocido tuyo al que no le caes muy bien, pero por educación te ofrece agua,le dices que sí y en lugar de irse a la cocina ves que se va a otro lado.
Sin que se dé cuenta, lo sigues, notas que entra al baño y llena el vaso con agua del retrete. Rápida y cuidadosamente regresas a la entrada de la casa, tu conocido llega y te dice ‘toma’ al momento que te da el vaso, ¿qué haces?, ¿lo aceptarías?, ¡obviamente, no!
Y si tu conocido, aparentemente apenado, ahora sí va a la cocina, tira el agua, empieza a llenar el vaso con agua purificada y te vuelve a ofrecer, ¿la tomarías?, ¿no?, ¿por qué no si lo acaba de llenar con agua purificada? Porque aun cuando el agua esté limpia, al hacer contacto con el vaso sucio, se contamina, ¿verdad?
Así es como funciona nuestro “vaso” (o nuestra mente). Resulta “tragicómico” cómo es que, generalmente, cuidamos demasiado que lo que metemos a nuestra boca esté limpio, pero no damos
importancia ni cuidamos lo que metemos a nuestra mente. Y cuando por fin hacemos algo, solemos pensar que, con sólo leer un libro, ir a un curso o realizar cualquier actividad que permita meterle “agua limpia” a nuestro vaso, como le estamos echando “agua limpia”, con eso es suficiente, aunque lo hagamos de manera esporádica.
El detalle es que nuestro “vaso” está sucio, y aunque el agua que le sirvamos esté limpia, se ensucia al hacer contacto. Nuestro “vaso” se ensucia con lo negativo que le introducimos a través de los
5 sentidos, principalmente lo que vemos, escuchamos y decimos constantemente (y quienes nos “sirven” el agua son las personas con las que convivimos, la comunicación con nosotros(as) mismos(as), los medios de comunicación de los que estamos pendientes, las páginas que seguimos en redes sociales, etcétera).
Nuestra ventaja es que podemos controlar nuestro ambiente eligiendo con qué llenamos ese “vaso” de manera constante. Si así como tenemos cuidado de no tomar agua sucia, lo tuviéramos sobre
lo que tomemos a través de nuestros sentidos, ¡nuestra historia sería diferente!
¿Pasa por tu mente algo o alguien que esté contaminando tu mente, y que tú lo estés permitiendo? Cuida lo que metes a tu mente de la misma manera que cuidas lo que metes a tu boca, o incluso más porque, aunque no digo que tomar agua sucia sea bueno, en algunas ocasiones hasta nos puede servir como détox.
La pregunta es, ¿qué beneficio puede tener el meter información “sucia” a nuestra mente? Sólo estropeará el beneficio de la información de valor que pudieras estar metiendo ya que, como
vimos, al hacer contacto con el vaso sucio, la terminará contaminando.
El autor es escritor, capacitador, conferencista y Life Coach en SB3.
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