‘Evita a los flojos’

El autor es Papá, Escritor, Conferencista, Consultor, Podcaster Facebook: @MarioCoronaOficial

Era hora de cumplir con su misión. Pero ¿cómo lo haría?, ¿cómo identificaría a los perezosos si todas las personas que veía parecían responsables y trabajadoras?, por instinto pensó en preguntar por la taberna, a  sabiendas que habría personas bebiendo en lugar de trabajar.  Sería un buen inicio. Así que preguntó por la taberna al primer hombre con el que se topó.

No estaba lejos, le tomó menos de 5 minutos estar ante la puerta de entrada. Cuando llegó vio a 5 personas sentadas en el suelo, por fuera de la taberna. Eran hombres algo mayores que él.

Parecía que  no tenían impedimento físico alguno. Pero por alguna razón estaban ahí para pedir dinero a quienes entraban o salían de la taberna. Vivían de limosnas.

Meredith vio la oportunidad ante sus ojos y no perdió tiempo.

Inmediatamente se sentó junto al que parecía mayor de todos ellos y le preguntó la razón de su infortunio.

— Hemos perdido todo respondió el hombre.

— ¿Cómo ha sucedido?

—Un incendio acabó con todas nuestras pertenencias, con nuestro hogar, con nuestra familia.

Somos hermanos, vivíamos juntos  en una casa grande, junto a nuestras esposas e hijos.

—¿Y qué pasó con ellas? Preguntó Meredith.

— Nos abandonaron. Se cansaron de intentar hacernos recuperar nuestras vidas y empezar de nuevo. ¡No podemos!, es mucho el pesar por haber perdido lo que tanto trabajo nos costó ganar.

¿Por qué tuvoque pasarnos esto a nosotros?

—Todo pasa por algo, comentó Meredith. En ocasiones no es tan fácil verlo, sobre todo cuando existe sufrimiento de por medio.

Pero es así y es nuestro deber encontrar lo bueno en cada cosa que  nos suceda. Mientras hay vida, siempre habrá esperanza.

—No podremos recuperarnos jamás. Ni con toda la ayuda del mundo podremos hacerlo.

—Yo les puedo ayudar...puedo hacer que despierten la magia que vive en su interior para recuperar sus vidas.

—No tiene caso intentarlo, ya nada será igual, no tenemos ni a nuestras esposas, ni a nuestros hijos. No tenemos nada.

—Pero pueden luchar por recuperarlos, siempre habrá esperanza mientras tengan vida. Deben estar agradecidos por estar vivos pese a esa tragedia.

—No tenemos fuerza para hacerlo, no tenemos ilusión. Déjanos joven, al fin y al cabo siempre habrá un buen hombre que se apiade de nosotros y nos regale una moneda para comer.

Meredith lo entendió inmediatamente, no importó que Merlín no se lo dijera. Estaba claro que tenía delante de sí a personas que no estaban dispuestas a luchar. Personas que habían renunciado a vivir, personas que sobredimensionaban los retos, que no querían cambiar y preferían seguir así para siempre.

Entendió claramente que ante estas personas no se debe perder más tiempo, porque cada quien es responsable de su vida. Meredith tomó la decisión correcta, porque nadie puede salvar a nadie. Cada quien debe salvarse a sí mismo y para ello es necesario tener una razón más poderosa que la tristeza, abatimiento, temor o apatía que cada ser humano sentirá en algún momento.

No se trata de motivación, porque la motivación no puede salvar a quien en vive sin ilusión, sin razones ni esperanza. Se trata de tener propósito, tener un porqué y un para qué más grande que todo lo anterior.

El autor es Papá, Escritor, Conferencista, Consultor, Podcaster Facebook: @MarioCoronaOficial