Errores en las organizaciones
El autor es periodista con más de 30 años de experiencia. Consultor en Competitividad Organizacional con doctorado en Administración Pública.
Es raro que el mensaje de quienes dirigen una organización sea comprendido al cien por ciento por quienes la integran.
Hay que recordar que toda indicación cuenta con tres aspectos significativos.
1.- Su alcance, es decir, el mensaje conlleva una temporalidad infinita que algunos la denominan filosofía.
Por ejemplo, el respeto a la organización va más allá de la estadía física en un lugar de tal forma que tanto dentro como fuera del recinto el comportamiento debe ser el que se precise cuidando siempre la imagen propia y en consecuencia del organismo al que se pertenece.
Si usted observa a una persona portando un uniforme y cuyo comportamiento deja mucho qué desear, en consecuencia, su pensamiento girará en torno a la organización que representa (así pasen meses) y no sobre dicho individuo en lo particular, de allí una de las causas de la mala imagen de los policías y en contra parte, existe una buena aceptación de quien porta una sotana o una bata de doctor, por ejemplificar.
En este tenor la percepción lo es todo. Los indicadores señalan que una imagen negativa en automático se difumina catorce veces y, al contrario, una positiva, únicamente siete.
Por eso no se debe hablar mal del camello si pretende venderlo.
2.- La falta de una adecuada promoción del mensaje para que llegue a todos los interesados dentro de la organización es uno de los errores más comunes así como el hecho de que cualquier palabra o coma mal colocada, conlleva una desfocalización de lo que se expresó y el daño futuro se incrementa cuando entra el factor del manejo individualizado, o bien, se deja un espacio de interpretación que repercutirá negativamente entre los integrantes de tal forma que se da cabida al nacimiento de rumores que la mayoría de las veces destruyen en lugar de construir.
3.- Si bien es cierto que la labor propia de un integrante de la organización está enmarcada en sus procesos –desde el de integración, conocimiento de objetivos, los básicos, así como las reglas, normas y políticas, lo que se vale y no, pues--, también lo es el hecho de que en automático y de manera natural toda persona busca ganar más y, por ende, subir los escalones posibles en pos de mejorar su posición.
Y es aquí cuando surgen errores muy propios que dificultan la actuación sana de toda organización y más cuando los favoritismos encubren las informaciones relacionadas con la oportunidad de escalar posiciones.
Eso en la parte media y baja del entarimado organizacional pues en las cúpulas el fenómeno suele tener otras consideraciones a tratar en otra colaboración.
El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet. Consultor en Competitividad Organizacional con doctorado en Administración Pública.
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