El valor de la interculturalidad

La autora es Licenciada en Psicología por la Universidad de Villa Clara, Cuba.

México se identifica como país culturalmente diverso desde tiempos prehispánicos, y con mucho orgullo se reconoce como una nación pluricultural en su Constitución Política, sustentada  originalmente en sus pueblos indígenas.

Pero también se nutre de la constante movilidad internacional que ha dado lugar a la multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad, y a una gran diversidad de prácticas socioculturales y lingüísticas en este territorio.

La pluriculturalidad tiene características internas e internacionales en el contexto sonorense, donde confluyen las valiosas tradiciones de los pueblos originarios, connacionales de los diferentes estados de esta nación, con extranjeros procedentes de otros países.

No debe preocuparnos el encuentro entre culturas por temor a conflictos y choques culturales. Más bien deberíamos centrarnos en cambiar del discurso de confrontación entre diferentes culturas, al discurso de intercambio y enriquecimiento mutuo.

En el territorio sonorense coexiste una impresionante diversidad étnica y cultural. En este espacio convergen variadas y diversas culturas, identidades e ideologías. Se puede apreciar la expresión de distintas tradiciones, rituales religiosos y culturales. Se manifiestan distintas creencias, historias, variedades lingüísticas y significados.

También se comparte el arte, la danza, la música, la poesía, la artesanía, costumbres, conocimientos, gustos y preferencias sobre deporte y gastronomía, etc. El Folklore sonorense encanta y

cautiva con su fascinante mezcla de colores, sabores, olores y sonidos típicos de cada lugar y de los distintos grupos étnicos, que nutren de una riqueza cultural compartida, dando vida, sentido e identidad a Sonora.

Se aspira a que todo ese esplendor de etnias se mezcle entre sí, interactúen y aprendan unas de otras, se respire diversión, aprendizaje y respeto, con la esperanza de la unión en valores, por un mismo fin, con miras al crecimiento y enriquecimiento mutuo.

Sin embargo, no se trata de imponer procesos de aculturación, por el contrario, se trata de reconocer el derecho a la diversidad cultural, la libertad de ejercer la identidad originaria y de expresar cualquier tipo de manifestación cultural.

Debemos luchar por rescatar y preservar el respeto a todas las diferencias que se enmarcan en la cultura, etnia, raza, lengua, género, credo o nacionalidad, para que de esta forma sea posible convivir armoniosamente en sociedades, grupos y comunidades étnica, cultural, religiosa y lingüísticamente diferentes.

Se deben crear programas que garanticen la equidad, igualdad de derechos, la inclusión, la comunicación horizontal, la cohesión social, el intercambio e interacciones sociales basadas en el respeto a la diferencia.

Todas y cada una de las personas y grupos que habitan este territorio forman parte de su identidad cultural, la cultura no le pertenece a un sujeto o grupo en particular, sino que es compartida, y las culturas se necesitan para enriquecer su patrimonio.

Aunque constituya un reto, la inclusión cultural es posible y necesaria, y la interculturalidad sería el mecanismo ideal para la convivencia y armonía en sociedad.

Dedico esta nota al Día Mundial de la diversidad cultural que se conmemora el próximo 21 de mayo con ánimos de fomentar el respeto a la diversidad y el valor de la interculturalidad.

Cada año en estas fechas, la Organización Internacional para las Migraciones impulsa a aplaudir a los/as 272 millones de migrantes que comienzan una nueva vida en cada rincón del mundo, a aplaudir también a las sociedades de acogida y a las comunidades que se reconstruyen a través de esfuerzos mutuos, motivados por la consigna ¡Aprendemos juntos, creamos juntos, trabajamos juntos, cantamos, bailamos y jugamos juntos, vivimos juntos, nosotros juntos!

La autora es Licenciada en Psicología por la Universidad de Villa Clara, Cuba.

Maestra en Ciencias Sociales por la Universidad de Sonora.