¿El ser humano es flojo?

Alán Kadena Desarrollador de Potencial Humano

Según la psicología el ser humano es activo por naturaleza, está hecho para correr y moverse, alcanzar grandes logros y ‘conquistar’ lo que se proponga; es un progreso constante y un cumplimiento de metas.

Imagínate una niña de 3 años diciendo “mamá, ¡mira!”, por más pequeño que parezca como subir un escalón, hacer garabatos sin sentido o alguna mueca, lo que representa para ella es un nuevo logro o un intento de algo y quiere ser reconocida.

Entonces, a pesar de ser seres de logros, ¿por qué tenemos hijos flojos? ¿nacieron así? ¡Claro que no! Hemos sido los padres que les hicimos creer que eran seres superiores que consiguen las cosas fácilmente y sin un previo trabajo para obtener lo que quieren. Los hemos acostumbrado a obtener reconocimientos sin logros propios y al entrar a la juventud o adultez justifican la carencia de sus proyectos o dejan de hacer cosas importantes a cambio de un “¡ay, qué flojera!” o un “¡no me gusta hacer eso!” de alguna manera hemos criado a una generación de “campeones sin sacrificio”.

Hoy en día cualquier persona que batalla para cerrar ciclos, terminar proyectos o abandona sus sueños, necesita trabajar en su inteligencia emocional y capacidad de resiliencia esperando que no sea un problema mayor; por naturaleza los seres humanos estamos creados para aprender a gatear, caminar, luego correr, saltar y al mismo tiempo alcanzar nuestros ideales; la realización depende de nosotros mismos, sin embargo vagamente y sin darnos cuenta la familia y el entorno han sido las culpables en gran medida de que no alcancemos la felicidad y plenitud por la carencia en el desarrollo de nuestras habilidades.

A continuación, te comparto 3 de los principales errores al educar a nuestros hijos:

1.- Control del miedo: Como padres siempre vamos a querer lo mejor para nuestros hijos y al tener calculados algunos riesgos de la vida cotidiana, tendemos a sobreprotegerlos y evitamos que tengan pequeños tropiezos o fracasos, quitándoles la habilidad de medir los riesgos, controlar sus miedos o caer y levantarse. Existe una gran diferencia entre guiar a nuestros hijos con un “inténtalo de nuevo, yo te cuido” y un “¡ya no lo intentes porque te vas a lastimar!”, evitemos criar a hijos torpes y tratemos de guiarlos con nuestra experiencia para que ellos aprendan a lograr las cosas por su cuenta.

2.- Trofeos gratis: Cien trofeos ganados sin mérito jamás se compararán con uno logrado con trabajo y esfuerzo. El simple hecho de darles reconocimientos, regalos o incentivamos a nuestros hijos con tal de que dejen de hacer un berrinche, estamos acostumbrándolos a recibir sin dar nada a cambio y les estamos enseñando que el esfuerzo y sacrificio no es necesario para tener logros significativos. Los trofeos se ganan y no se regalan.

3.- Demeritar sus capacidades: Hay veces que nos mostramos frustrados frente a un reto y detrás de esa frustración está el miedo y la apatía, es como un “no querer” y un “no poder”; siendo optimistas podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos, sin embargo ¿por qué nos rendimos tan fácilmente?, la respuesta es la falta de automotivación. Como padres muchas veces se nos agota la paciencia o preferimos hacer las cosas por nuestros hijos y no nos damos cuenta de

todo lo que les estamos quitando al hacerlo, es muy importante ayudarlos, la diferencia radica entre guiarlos y ayudarles a que ellos lo hagan, y hacer las cosas por ellos.

Recordemos siempre que en algún momento fuimos niños y tuvimos que pasar por mucha práctica y retos para lograr todo lo que hoy dominamos, por eso si en algún momento de tu vida sientes que no avanzas o te quieres rendir fácilmente hazte esta pregunta: ¿realmente no puedo hacerlo o prefiero dejar de intentarlo?

El éxito es relativo, aprende a festejar todos tus logros por más simples que parezcan y te estarás entrenando para lograr todo lo que quieras.

 

Alán Kadena |

Desarrollador de Potencial Humano