El poder del oro

El autor es licenciado en Economía por la Universidad de Sonora

Los bancos centrales tienen una reserva de papel moneda y de oro en reserva. Conforme estos bancos diversifican sus reservas monetarias, el precio del oro típicamente aumenta.

Muchas de las naciones del mundo tienen reservas que están compuestas principalmente del oro. Bloomberg reporta que desde que los Estados Unidos abandonó el patrón oro en 1971,los bancos centrales a través del mundo han comprado más oro que nunca.

Rusia ha sido de los compradores principales con Turquía y Kazajistán siguiéndole. Según esta fuente, en 2018 todos los gobiernos compraron un total de 651 toneladas de oro en 2018.

Debido a que el metal es denominado por el dólar, el precio del oro generalmente es inversamente relacionado con el valor de la moneda estadounidense.  Cetibus Paribus, un dólar fuerte tiende a mantener el precio del oro bajo y más controlado, mientras que un dólar más débil mueve el precio del dólar hacia arriba, incrementando la demanda.

Si algo ha caracterizado al 2020 fue la incertidumbre económica. Como se ha viso antes en tiempos de recesión, cada vez más personas voltean hacia al oro debido a su ancestral valor. Este islote entre todo el caos ocasionado por el COVID-19 es invaluable para los inversionistas.

Los incrementos y regulaciones del precio del oro coinciden con los choques externos al mercado, viendo el incremento más pronunciado en sólo un par de meses en lo que va del 2020.

En el largo plazo, la estabilidad del precio del oro como refugio no tiene contienda. Sea en papel o digital, el dinero que los gobiernos expandan es conocido como “dinero fiduciario”.

Como las monedas fiduciarias se pueden crear sin límites, con el pasar del tiempo su valor disminuye y por consecuencia el valor del oro aumenta. En agosto de 1971, cuando se abandonó el patrón oro, su precio era de 41 dólares estadounidenses por onza troy. A fines de mayo de 2020, el precio del oro había alcanzado los $ 1.729 dólares la onza, un aumento de más del 4100%.

Aunque el precio del oro no sube en línea recta, siempre se ha “puesto al día”. Con el tiempo, el precio del oro siempre ha compensado la devaluación de las monedas fiduciarias. El poder adquisitivo del oro se ha mantenido notablemente estable a largo plazo.

No es para la sorpresa de nadie para este punto que el oro haya conservado su poder adquisitivo. Los gobiernos apuntan a precios estables de los bienes de consumo. Pero con la seductora capacidad de “imprimir” dinero, siempre crean demasiado. La moneda impresa pierde valor y los precios de los bienes suben.

Debido a que el precio del oro se mantiene al día con los precios de los bienes de consumo, el oro conserva su poder adquisitivo. Desde 1800, el poder adquisitivo del oro en los EE. UU se ha mantenido notablemente estable.

Se volvió más volátil después de 1971,pero ha mantenido una tendencia al alza. Este es el poder del oro: preserva la riqueza personal y generacional. Este poder no es exclusivo al dólar. Cuando el euro fue creado en 1999, el precio del oro aumentó en 550%. Cuando se corrige acorde a la inflación, el precio del oro en la eurozona ha aumentado el poder de compra en 350% en tan

sólo 20 años.

Se cree que los bonos del gobierno son más seguros que los depósitos bancarios, aunque ambos tienen riesgo de contraparte, a diferencia del oro. Se han calculado los rendimientos anuales en términos reales, lo que se hace restando la inflación de las tasas de interés.

El oro no tiene una tasa de interés, cuando no se presta, simplemente sube de precio. El resultado a lo largo de 100 años es que en las principales economías el rendimiento anual promedio de las letras del gobierno fue del -0,2%, mientras que el rendimiento del oro fue del 2,2%.

Instituciones financieras han calculado que el mejor equilibrio riesgo-rendimiento de una cartera de inversiones se alcanza cuando incluye el 20% de oro (junto a una proporción igual de acciones y bonos). Esto nos enseña que todos los portafolios de inversión necesitan tener oro, ya que funciona como elemento ecualizador a través de los demás activos.

El autor es licenciado en Economía por la Universidad de Sonora