Despedir procede del latín expeter, sería el impulsar hacia afuera

La autora es Psicoterapeuta

La palabra despedida generalmente está asociada a sentimientos de tristeza, melancolía, nostalgia, impotencia donde dependerá del contexto que se realice, ¡cuántas personas hemos escuchado decir no me gustan las despedidas!, siendo el evento al que se rehúsa vivir, pero ¿quién ha estado exento de ellas? absolutamente nadie, la despedidas se pueden experimentar con alegría, con un proyecto frente a ellas como el cambiar a un mejor empleo, mudarse, estancias académicas o con una tristeza profunda donde la ruptura de un vínculo nos muestra la vulnerabilidad de la que

somos parte por ejemplo el fallecimiento de un ser querido, la ruptura de una relación, la conclusión de un proyecto.

Una despedida puede darse en diferentes momentos, que no necesariamente esté vinculado con la escena, ya que está involucrada no solo la parte cognitiva que se refiere al análisis de

la información de lo que está ocurriendo evaluando la situación, también contamos con la parte emocional donde se busca el digerir emocionalmente cada sentimiento y emoción que se

desprenda de lo que se está viviendo (Abia).

Los seres humanos dentro de nuestra individualidad tenemos nuestro tiempo y ritmo para llevar a cabo nuestros procesos, es por ello que podemos encontrarlos, al inicio o dentro del proceso

ya en trámite. Las despedidas pueden ser temporales o definitivas. Una despedida lleva consigo sueños y proyectos algunos realizados otros suspendidos, no es fácil de realizarse ya que

dependerá de las habilidades y recursos con los que se cuente para enfrenar el impacto psicoemocional, que se acompaña de pensamientos intrusivos, tristeza, enojo, impotencia, miedo,

pero también alegrías, anhelos ya que detrás de estas, hay historias que buscan continuar y se han resistido a un punto final.

Las despedidas han sido parte de nuestras vidas y será nuestro último acto si tenemos la fortuna de hacerlo, será un gran regalo, nos despedimos de trabajo, lugares, personas hasta de estados

civiles a veces acompañados de un sentimiento de tristeza y otras con un sueño en la mirada, pero siempre con un dejo de nostalgia en lo profundo de nuestro ser.

En este tiempo donde la humanidad entera ha tenido que crear y echar mano de su ingenio así como de la tecnología para realizar despedidas de seres queridos en esta pandemia donde el Covid 19 no sólo cambió nuestro quehacer diario, también hemos compartido dolor, miedo, incredulidad, se vio alterada la dinámica de cuidar o visitar a nuestros enfermos hospitalizados, apoyar al

equipo hospitalario, dando paso a nuevos protocolos de información del estado en que se encuentran y otros bajo la clandestinidad de un celular informaban de su estado, ha sido y es hasta hoy

un paso que el dejarlos en un hospital para su atención como una de las decisiones más difíciles tanto para el enfermo como el cuidador porque nadie sabe si esa es la última vez que se vean, porque nadie quiere pensar en una última despedida.

En los casos donde se materializa el mayor de los miedos y el deceso se presenta, no sólo quienes mueren con diagnóstico de Covid 19 sino de cualquier otro padecimiento, una nueva tarea ha tenido que llevarse a cabo en el ritual de los funerales, haciendo uso de los recursos disponibles como el uso de redes sociales, plataformas, donde se busca cumplir con esta etapa y encontrar el acompañamiento que se necesita en esos momentos, sin abrazos ni contacto físico y la ausencia como una constante. Se cuestionó si cumplía o no con el objetivo, la respuesta la tiene cada uno que buscó y encontró la palabra solidaria, el acompañamiento digital de quienes están presentes ante el dolor que genera esa partida.

Es importante cuando quien quiere despedirse, no sólo es cuando la vida se ve amenazada, sino también cuando hay una relación que concluye, tanto de personas como de lugares, se sugiere arreglar asuntos pendientes, emocionales, financieros.

Despedirnos saludablemente implica un acompañamiento terapéutico, un recuento de lo vivido, lo bello y lo que no me agradó, si hay que reclamar se reclama, si hay que llorar se llora y si hay que perdonar o perdonarse se perdona, aunque no nos lo pidan o aunque no lo merezcamos (Leonel Narváez 2019).

La autora es Psicoterapeuta