Déjame contarte
El autor es L.R.I., profesionista independiente, analista político, consultor en MKT y especialista en asunto migratorios.
El coronavirus, hay quienes dicen que fue creado en un laboratorio, otros que mutó un virus del murciélago a los humanos al ser comido éste por lo chinos y demás.
Hoy en día lo que menos importa ya es su origen y motivo.
El asunto es, cómo algo tan, pero tan diminuto e imperceptible por mucho al ojo humano, y que ni siquiera es considerado un ser “vivo”, ha puesto en jaque a la humanidad entera, al borde del mate.
Toda la sapiencia y poderío económico, tecnológico y militar de la sociedad fue sorprendida y vulnerada en un abrir y cerrar de ojos por un ser no vivo, que no “piensa”, pero que rompió la dinámica de sus políticas públicas, sociales, ecológicas, familiares, laborales, etc., llevándola a una histeria social, colectiva y hasta burlesca; haciéndola entrar en un proceso de retro inspección.
El ajetreo que hoy en día llena nuestras vidas en la búsqueda del sustento familiar en algunos casos, pero en muchísimos otros ha sido la búsqueda incesante del consumismo y del materialismo sin llenadera alguna, creyéndonos omnipotentes, plenipotenciarios y poco solidarios.
Como humanidad hemos perdido nuestro punto de fuga que, en técnicas de dibujo, se le llama así al punto donde los demás puntos o líneas convergen cuando se observa de frente.
De alguna manera ya estábamos distanciados social y familiarmente y sin atención seria a la naturaleza y con aislamiento domiciliario, pero extramuros: rehuíamos de alguna manera de casa, del hogar.
Pero claro, al no habérsenos dicho: no hagas esto o has esto otro, no reaccionamos de la misma manera.
Es como cuando nos ponen a dieta y nos dicen “no puedes comer esto” y ¡zas! Ahí andamos más que ansiosos por comer aquello que no.
O tiene que ayunar por tal motivo y ¡zas!
Ese día amanecemos con un hambre de aquellas, cuando de seguro muchas veces ni desayunábamos y no pasaba nada.
No cabe duda que nuestra mente es perversa, contreras y trabaja a la inversa, pues es lo prohibido lo que inquieta o mueve a hacerlo y a cuestionar el ¿por qué no? el subestimar y decir ¡no pasa nada!
No olvidemos que hasta Superman tenía su punto débil.
Recordemos rápidamente algunos hechos:
- Chile, 2010: derrumbe de la mina San José. 33 mineros atrapados a más de 700 metros de profundidad durante 69 días.
- Uruguay, 1972: se estrella avión militar con el equipo de rugby abordo en la cordillera andina a más de 3,600 metros de altura permaneciendo ahí 72 días.
- Tailandia, 2018: 12 jóvenes entre los 11 y 16 años de edad jugadores de futbol y su entrenador, quedaron atrapados durante 17 días en unas cuevas submarinas al subir inesperadamente el nivel del agua.
En todos estos casos pasaron penumbras, frío, hambre, incertidumbre, incomodidades, incomunicados, peligró su vida, etc.
Y de repente, ¡zas!
La solución a esta pandemia es mucho más simple y pronta: agua, jabón, cloro o alcohol, cubre bocas, distanciamiento social y resguardo en casa por un tiempo; ¡en casa! el resguardo es en nuestra propia casa con las comodidades que ésta nos brinda: agua, luz, gas, comida, familia, cama, televisión, baño y hasta Internet.
Y aun así renegamos.
Tomemos conciencia de lo que sucede y dimensionemos lo que aún puede suceder; colaboremos, que al hacerlo por nosotros lo hacemos a su vez por los demás y por los trabajadores del sector Salud, no inventemos pretextos para andar de pata de perro.
Y aprovechemos lo bueno que este virus nos ha traído: re-humanizarnos.
El autor es L.R.I., profesionista independiente, analista político, consultor en MKT y especialista en asunto migratorios.
julioibarrola@hotmail.com
Red social: Julio Ibarrola Suárez.