Déjà vu 1985-2020

El autor es Productor de radio y televisión.

En el terremoto que ocurrió en la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, la sociedad civil fue quien tomó el control de la situación de emergencia que se vivió en ese momento y durante las semanas posteriores.

El Gobierno Federal, en ese entonces bajo la administración de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), quedó marcado en la historia por su falta de respuesta ante la catástrofe.

La presencia del entonces mandatario se limitó a un recorrido por 3 de las 300 zonas afectadas por el movimiento telúrico. Nadie decía nada sobre el proceder de las autoridades, los medios, como siempre, daban por el lado y maximizaron de forma positiva el proceder del Gobierno Federal.

En esta contingencia que estamos viviendo se siente una especie de déjà vu con lo que sucedió hace casi 35 años. Ante la emergencia del coronavirus y los casos en el país, la respuesta de las autoridades y la Presidencia ha sido señalada como “tibia” y “pasiva”, desestimando los efectos catastróficos que podrían presentarse en el país.

En el terremoto de 1985, y por años subsecuentes, los datos duros sobre la afectación de los sismos, se mantuvieron herméticamente fuera del alcance del público y solamente algunas iniciativas periodísticas que retaron al régimen, nos ofrecieron algunas cifras más cercanas a la realidad en cuanto al número de víctimas.

La información estaba completamente controlada a nivel de Seguridad Nacional. Quien publicase datos no autorizados por el Gobierno, se metía en graves problemas. En 2020, la información fluye a una velocidad imparable.

El Gobierno ya no puede asumir el control de ésta. Las autoridades federales han llevado el caso de la contingencia por el coronavirus, creyendo que la gente sigue pensando igual que en 1985, “suavizando” la alarmante situación que se vive en el mundo y dando a entender que tenemos una especie de “inmunidad” ante lo que se vislumbra como una emergencia global de salud.

La realidad es otra. En aquel desastre natural que arrebató la vida de al menos 50 mil personas en tan solo 2 minutos, los efectos pudieron ser minimizados por todo un sistema gubernamental encabezado por la Secretaría de Gobernación de ese entonces y por el Estado Mayor Presidencial y ni se diga por los comunicadores y medios que se pusieron al servicio de las órdenes del mandatario.

Todo era controlado, confiscado y censurado. Las redes sociales, con sus defectos y virtudes, ayudan a que la óptica de un acontecimiento sea compartida de una manera distinta. Antes no se podía hacer lo que ahora desde un simple dispositivo se puede lograr. Aprovechemos las ventajas de la tecnología y seamos responsables en el uso de ésta. No repitamos la historia.

El autor es Productor de radio y televisión.