Darío Galaviz Quezada y su legado cultural
El autor es docente en el Instituto Pedagógico de Posgrado de Sonora.
La vida y obra de Darío Galaviz Quezada sigue atrayendo. Todavía hay lagunas qué contar y también porque continúa vigente su legado. Los huecos se han ido llenando desde su asesinato en 1993 hasta hoy en día del año 2019.
Uno de los primeros en dedicarse a recopilar los textos de Galaviz fue el profesor de la Universidad de Sonora, César Avilés en 1994. Pero no prosperó por sus múltiples ocupaciones, por lo que retomaron esa labor otros profesores. Al parecer tampoco hubo continuidad. Fue así que desde entonces me dediqué a reunir la obra de Darío Galaviz Quezada.
Si mal no recuerdo, con un apoyo del Instituto Sonorense de Cultura (ISC) comencé a reunir su obra escrita, pero no fue publicada. Fue un proyecto de investigación literaria cuyo resultado se quedó en los estantes. Ese documento reunía un listado de su producción escrita y se anexaba una relación de su obra tanto publicada como inédita.
Galaviz fue un hombre de difícil encasillamiento. Su vivencia disipada en los sentidos y placeres del cuerpo. Esa situación de su vida se combinó con su pensamiento intelectual y práctica literaria y cultural. Rompió esquemas de su tiempo e impuso otros que todavía no aquilatamos del todo. Ese estilo vital de vértigo y peligro, de desafío constante, cuestionó la moral de grupos elitistas y conservadores de su tiempo. Una época que no parece estar lejana de la actualidad y nosotros sus contemporáneos.
La Universidad de Sonora, en su Departamento de Letras y Lingüística, acordó poner su nombre a la biblioteca de esa escuela. Galaviz ahí cursó su carrera y también laboró como profesor por mucho tiempo. Su centro de trabajo fue la facultad de Letras por más de veinte años. La idea de bautizar la biblioteca con su nombre hizo algo de justicia a Galaviz. La pasión intensa de Galaviz eran los libros.
Hoy, cualquiera puede ir a esa biblioteca, abrir un libro casi al azar y es muy probable que en las hojas encuentre la firma de Darío Galaviz Quezada. Poseía una caligrafía muy característica, fácil de reconocer. No obstante haber mantenido durante unos años el nombre de Galaviz, actualmente ese Departamento de Letras y Lingüística carece de tal designación porque el reglamento interno no permite ponerles nombres específicos.
Ninguna biblioteca de la Universidad de Sonora puede tener otro nombre especial, sino uno sólo genérico. En vista de esto, y con la idea de proseguir en que se bautice con el nombre de Darío Galaviz Quezada a tal Departamento, sugiero que en una nueva ley en proceso, se pueda estipular ponerles nombre a las bibliotecas de cada departamento de acuerdo a los intereses y gustos de la comunidad universitaria.
El autor es docente en el Instituto Pedagógico de Posgrado de Sonora.
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