Crisis en la macro organización
El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet
Todo país, como macro organización que es, debe enfrentar situaciones de crisis de forma permanente, pero conformadas por sectores, económico, social, empresarial, político y también por regiones, norte, centro, sur.
Sin embargo, cuando se presenta una contingencia nacional se debe aplicar los modelos de comunicación adecuados en tiempo y forma pues cuando se satura de mensajes a la población de una manera automática se bloquea el pensamiento social y se vuelve difícil lograr el cometido de que la información sea oportuna y efectiva. Analicemos el caso del Covid-19.
La información llega a través del celular, más que por cualquier otro medio pues por lo menos dos elementos de cada familia lo poseen. Conocido es también que toda familia está enrutada vía un grupo de WhatsApp y no veo políticas enfocadas a ese punto en especial. La dirección de comunicación es abierta, se utilizan todos los medios posibles para mantener el contacto con la sociedad y se tiene el pensamiento de que de allí se nutrirán los grupos de WhatsApp familiares.
Pero es tanta la información, que dichos grupos se cierran y dejan de transmitirla con la importancia debida pues llega a ser hasta aburrida. En esto de la comunicación mucho tiene que ver la simbología que debe manejar el líder, en este caso el Presidente, quien es el más visto.
De allí la importancia de que predique con el ejemplo en todo momento utilizando cubrebocas, untándose gel antibacterial en las manos, manejando políticas públicas de aislamiento, entre otros detalles. De no hacerlo así, el mensaje no llegará al último rincón del país con la importancia debida.
Cuando el líder no cumple con su obligación surgen otras figuras y la macro organización se fragmenta dando pie al surgimiento de nuevos liderazgos y a la conformación de subgrupos de distintos tamaños adecuados a los mecanismos de convencimientos de los neolíderes.
Sin embargo, cuando esto ocurre, se presenta un rompimiento con el líder principal en el caso vertical y con los otros nuevos líderes de manera horizontal por el dinamismo propio que impone la crisis. Ello tiene sus efectos negativos para la macro organización al volverse flexible el pegamento que la une que es la lealtad a la autoridad superior y a la toma de decisiones que impone desde lo alto.
Es cuando se convierten los nuevos liderazgos en círculos cerrados pues deben de mantener un control básico en sus adeptos. Y cuando las directrices chocan entre sí, deviene un desgaste que en un momento determinado –es difícil establecerlo en tiempos--, irrumpirá como volcán y establecerá nuevos modelos de comportamiento con dos vertientes: aprovechamiento de oportunidades o bien, desplazamiento de las fuerzas de poder en la macro.
Es cuando la base poblacional toma conciencia y determina de alguna manera la dirección o rumbo del destino de corto plazo del país y eso se verá cuando el virus se multiplique de manera aritmética por regiones principalmente y dentro de tres meses, cuando la crisis vaya de bajada, la conciencia social colocará a cada líder -incluyendo al superior-, en el lugar que le corresponde.
El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta con licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública.
Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones… Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.
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