Caldito de pollo

La autora es Licenciada en Derecho por la Universidad La Salle Noroeste. Tiene un Diplomado en Ciencias Sociales y Antropología Filosófica. Integrante del Colectivo Teatro P. M. y Corresponsal de Expreso en Cajeme.

La primera vez que hice caldo de pollo fue a mis 30 años, hace unos días, de hecho. ¿La razón? Tiene cuatro patas y ocho años desde que me adoptó como su humana, más un tumor que brotó en su pecho de la noche a la mañana y necesita ser extirpado.

Nikita es una perra raza pequeña muy parecida a los chihuahuas. Es completamente negra y ahora con su edad está pintada de pelos blancos. Me rescató en el año 2013 gracias a Adopta Obregón, una comunidad de voluntarios animalistas de gran corazón.

Le hice un caldito de pollo como los que preparan las mamás cuando sus hijos enferman o cuando el clima está a 40 grados, nada mas porque sí. Aparte de las propiedades nutritivas del pollo y las verduras, no sé qué magia tenga el caldito que repara hasta el alma. Debe ser por que lleva el amor de mamá como ingrediente secreto.

Por órdenes del doctor y la urgencia de la situación, hoy entró a quirófano porque el problema en su pecho y en su aparato reproductivo le estaba causando mucho dolor. ¿La causa? nunca la esterilicé. El doctor fue muy directo en indicar que la culpa fue claramente mía, sin embargo, haría lo humanamente posible por salvar su vida y así fue.

En el momento que mencionó las complicaciones que podría tener la intervención, fue la primera vez que fui consciente de las consecuencias de mi omisión como su cuidadora y me conmovió hasta las lágrimas. Me culpé, me reclamé. Si no fuera por mí, ella no estaría padeciendo hoy.

Yo también caí en la idea mediocre de creer que no pasa nada si no esterilizas a tu mascota y, es que, lo primero que uno piensa es en la paridera de perros a diestra y siniestra que representa el no esterilizar, mas nunca contemplé que otra de sus consecuencias es precisamente esto por lo que ahora pasa mi Nikita: daños en su salud provocados por las hormonas de su aparato reproductivo.

“Falta cultura, mucha cultura. Con la esterilización acabaríamos con sobrepoblación, maltrato y abandono”, dijo la última vez que la entrevisté Wendy Machi, rescatista de animales en Cajeme desde hace más de 10 años. Wendy considera que el trabajo realizado por todas las asociaciones rescatistas jamás será suficiente mientras la comunidad no tome parte activa en la cultura de la esterilización de sus mascotas. Atendiendo a sus palabras, dueños como yo somos parte del problema.

El caldito de pollo se lo debí haber hecho hace muchos años, tal vez para consentirla después de su esterilización, esa que nunca agendé a pesar de existir tantas campañas locales que promueven a muy bajos costos la esterilización masiva de perros y gatos; activistas y gobierno por igual las promueven. Siempre las vi, nunca las atendí. Hasta hoy, que la vida de mi vida está comprometida lo entendí: No basta con tener buenas intenciones, hay que actuar en consecuencia.

Hace unos días aprendí a hacer caldito de pollo. Ahora habrá que aprender a hacer cultura de cuidado para los animales rescatados y en abandono.