Autoridad: Especie en peligro de extinción

La autora es Coach Int. con técnicas de PNL. Máster en PNL. Más de 5 años de experiencia como coach escolar.

Es viernes, faltan unos minutos para las 4 de la tarde, va llegando mi cita de esa hora, ella es Emma y su hija Karla de 12 años, está buscando ayuda por la conducta y bajas calificaciones de la adolescente.

Son nombres ficticios, pero la historia es real y muy recurrente, desgraciadamente es más seguido de lo que me gustaría, pero es la realidad.

Saludo a Emma y su hija viene con cara de molesta, cerrada, retadora, no saluda, está marcando su territorio, probando fuerza; la saludo y no hay respuesta, su mamá le pide que salude y su voz denota inseguridad.

Le pido que entre a mi oficina, no quiere, la adulta empieza a negociar, casi se vuelve una súplica, Emma está incómoda, no sabe cómo actuar, está perdida; yo veo esta escena y me queda claro quién tiene las manos en el volante, conduciendo a alta velocidad, sin capacitación ni criterio.

Le pido a Karla que espere en la recepción y paso a Emma a mi oficina, toma asiento, empieza a disculparse y comienza a mencionar todas las faltas de Karla, no respeta a los maestros, ni hace tareas, platica en clase; todo señala a la mala de la película, es muy obvio; para mí es muy claro, pero para Emma, no lo es.

Si pasamos esta situación a un esquema empresarial donde un subordinado no hace caso, no realiza sus responsabilidades, le contesta al gerente, etcétera, es obvio que el gerente no está ejerciendo su autoridad de manera correcta.

Creo que en la actualidad a la palabra autoridad se le ha estigmatizado, tal vez sea porque se asocia solamente a los golpes de aquellos maestros y padres de antaño.

Pienso que para que funcione una relación vertical, es decir, donde alguien tiene que ser responsable de los resultados del otro, gerente-vendedor, padres-hijos, maestro-alumno, etcétera, la autoridad debe ser clara y firme.

La autoridad en las manos adecuadas le da a los niños la seguridad de que alguien capacitado está al volante, créeme, si a ellos se les da a agarrar el volante, lo van a tomar, pero ellos desconocen que esto les causará mucho desgaste y estrés o ¿cómo te hubieras sentido tú, que tu papá de buenas a primeras, en una avenida transitada, te soltara el carro sin antes enseñarte y practicar en algún lugar tranquilo? Esta analogía aplica muy cercana a la realidad, ellos van a ir aprendiendo de ti, van a aprender de tus acciones.

Si en este momento te sientes cansada de la lucha con tus hijos, no sabes con qué más negociar y sabes que estás llevando mal el rumbo o inclusive, no sabes para dónde va tu barco… te tengo una buena noticia, la autoridad se aprende, trabaja, practica y perfecciona.

Mi recomendación sería, a solas, imagina y créete que tienes autoridad y le pides algo a tu hijo y te hace caso; observa desde afuera, como si estuvieras viendo una película, qué fue lo que tú hiciste, cómo le hablaste, comunicación no verbal imítate y practica.

Si no te funciona, escucha a tu vocecita interna, ¿qué te dice? ¿Te da miedo algo? ¿Algo te dices que te frena o limita a ejercer esa autoridad? En este caso, necesitas a un especialista que te ayude a eliminar o editar esa información, para que tu conducta cambie.

Es uno de los ejercicios que le enseño a mis socias (mamás); inmediatamente después de recuperar su autoridad, el niño descansa, confía y se siente liberado de carga, y ya está listo para que su líder lo guíe, para mejorar su rendimiento personal y escolar.

 

Ofelia Vega.

 

La autora es Coach Int. con técnicas de PNL. Máster en PNL. Más de 5 años de experiencia como coach escolar. (662)425 0644. Twitter: @CoachEscolarOfeliaVega ofelia.vega.blancas@gmail. com