Abraza a la muerte
El autor es Licenciado en Nutrición, escritor y asesor de capacitación por la Secretaría de Previsión Social.
De leer el título, ya da miedo ¿no?, de leer simplemente la palabra muerte en un texto nos asusta, es parecido a cuando se habla de amor, o le sacas la vuelta al tema o simplemente no te gusta, ya sea por malas experiencias o la incertidumbre que hace sentir la palabra.
La muerte es una cuestión “normal” dentro de la vida, pero la realidad es que nadie está preparado para ella, ni siquiera expertos en el tema, como un tanatólogo.
Todos, absolutamente todos en esta vida, hemos perdido a un ser querido y todos vamos a morir algún día, la cuestión es, ¿qué estamos haciendo en esta vida que valga la pena?
Para no llegar a ese “final”, simplemente por llegar.
Después de perder a tantas personas - un padre a mis 19 años y los dos pares de abuelos- te das cuenta que la muerte es amorosa, el dolor que sientes por un ser querido, es proporcional al amor que le tenías a esa persona.
Por lo general esperamos a que una persona ya no esté para extrañarla, llorarle, decirle una plegaria, incluso “hablar con ella” con la esperanza de que nos escuche, esté donde esté, cuestiones que son tristes, que tengamos que esperar una situación de dicha índole para darle importancia a alguien.
Lo que sí es una realidad es que el día en que estás en un funeral te das cuenta que es un cuarto lleno de amor, como nunca y como pocas veces verás.
Todos van por la persona que ya no está físicamente desbordados de amor, sentimiento, nostalgia, nadie lleva sus problemas, sus pleitos, sus críticas, su hipocresía.
Es el único momento que todos por igual están repletos de amor.
A veces perdemos a un familiar y creemos que ya no podemos seguir, que lo necesitamos, que no podemos vivir sin él, esos son apegos, codependencia, el día a día que vivías con una persona, quizá nunca entenderemos la muerte, pero sí tenemos que aprender a soltar y quedarnos con los recuerdos, con todo el amor, porque aunque ya no esté esa persona con nosotros, nunca la vamos a dejar de amar, y cada uno podemos seguir y avanzar con nuestra vida, cada quien toma la pérdida de una persona a como su capacidad emocional lo entienda, hay 5 pasos para el duelo, los puedes repetir una y otra vez, pero al final todo se trata de aceptar que siempre amarás a quienes ya no están, tendrás su recuerdo, lo bonito, pero sueltas que físicamente ya no está y te liberas de esa carga y peso que llevas contigo, te liberas de los típicos remordimientos de conciencia, de “no hice tal cosa por esa persona”, “no le dije cuánto la quería”,“no me despedí”, “no la abrace”, la vida es corta, rápida y la muerte no avisa, la conciencia y el ego son las que nos implantan esos cuestionamientos en nuestra mente.
Si fuiste buen padre, buen hijo, buen humano, como tal entenderás que no podías controlar ni saber lo que iba a pasar, y estoy seguro de que la persona que ya no está contigo, en todo momento sabía cuánto la amabas, incluso aunque no se lo dijeras.
Nunca he sabido describir el amor, es muy difícil definir un sentimiento tan hermoso y efímero en palabras, solo sé que es una energía que sale de ti y se regala, se comparte, sin esperar nada a cambio, es procurar la felicidad de las demás personas, aunque no te incluya, no eres responsable, pero la puedes procurar.
Si quieres recibir amor, primero tienes que darlo, y el verdadero amor es amar a quienes no tienen tu apellido, tu sangre, cuando realmente haces el sacrificio de conocer a una persona por completo, aceptarla y amarla.
Quizá por eso, cuando se pierde a un esposo o esposa duele tanto, porque conviviste por años con una persona que es distinta a ti, conociste lo peor y lo mejor de esa persona, su luz y sombra, te servía como espejo, tenía cosas de ti y el día que ya no está, se lleva parte de ti.
Todas las pérdidas en la vida son dolorosas, nadie estamos preparados, pero hay que encontrarles el sentido del amor, la enseñanza que nos deja, la vida no es eterna, mucho menos las personas, menos el amor, nadie le pertenece a nadie, amemos con locura y cordura a la vez, mostrémosnos tal cual somos, porque quizá ese último beso, abrazo que diste, pueda ser el último, no vivas los días sólo por vivir, dales un sentido, para que así un día puedas ver tu vida desde otro plano y decir, “viví una vida plena”, “viví lo que quería” y te quedes con una hermosa postal de la vida, el día que ya tengas que partir, a donde sea que vayamos.
El autor es Licenciado en Nutrición, escritor y asesor de capacitación por la Secretaría de Previsión Social.