La razón por la que debes moderar el consumo de pepinos con limón y chile
Los mexicanos somos expertos en convertir una inocente fruta en un snack ácido y picante. Tal es el caso del pepino, una fruta llena de frescura que se puede disfrutar todo el año, pero que durante las temporadas de calor, se antoja aún más.
El pepino puede ser una gran fuente de hidratación para el cuerpo, por su alto contenido en agua, así que si buscas un alimento que puedas comer todos los días para refrescarte, puede que sea un buen candidato.
Contiene vitamina C, la cual juega un papel importante en el proceso de absorción del hierro. Además, previene infecciones, fortalece el sistema inmune y tiene acción antioxidante.
Aporta también vitamina A, esencial para la salud de la piel, así como para mantener en buen estado los ojos, las encías y el cabello. Posee vitamina K, cuya importancia reside en su capacidad para formar coágulos y cerrar heridas. De igual manera, contribuye a la formación de huesos y tejidos sanos.
¿Qué pasa si le agregas chile y limón?
Los beneficios que el chile y el limón tienen en el organismo son variados, entre ellos, comparten las altas cantidades de vitamina C, por lo que previenen enfermedades cardiovasculares, cataratas, formación de trombos, e incluso tienen propiedades antisépticas. En el caso de los chiles, aquellos de color rojo contienen mayores cantidades de vitamina C, que los amarillos y verdes.
El limón ayuda a producir colágeno y estimula la cicatrización, es buena fuente de fibra soluble, como la pectina, que ayuda a bajar los niveles de colesterol y regular la glucosa en sangre.
Cuando se trata del chile, ya sea en su versión fresca o seca, estos poseen capsaicina, una sustancia dentro de las semillas que genera el sabor picante. La pungencia de los chiles puede servir como un analgésico para aliviar dolores leves a moderados.
¿Beneficios o perjuicios?
El consumo de pepino no tiene ninguna contraindicación médica; sin embargo, la historia con el chile y el limón es diferente.
La acidez del limón puede causar estragos al sistema digestivo si su consumo no es moderado. Pueden agravar molestias de gastritis, dañar de forma crónica el esmalte de los dientes e incluso generar úlceras o lesiones gástricas.
El chile, por su parte, se recomienda ser consumido de manera mesurada, ya que así puede estimular las secreciones gástricas, lo que ayuda a una buena digestión. En caso de sobrepasarse en la cantidad de ingesta, puede perjudicar la mucosa del tracto gastrointestinal, provocando náuseas, vómitos, dolor abdominal, úlceras, diarreas y hemorroides.
La clave para una alimentación sana, es comer variado y en cantidades moderadas, además de llevar un control médico de los padecimientos que puedan verse afectados por los hábitos alimenticios.