Sonorenses podrán acordar el orden de los apellidos de sus hijos

El Congreso del Estado aprobó, por voto unánime, la iniciativa con la que los padres de familia pueden pactar de común acuerdo el orden de apellido de sus hijos.

HERMOSILLO, SON.- El Congreso del Estado aprobó, por voto unánime, la iniciativa con la que los padres de familia pueden pactar de común acuerdo el orden de apellido de sus hijos.

La iniciativa fue presentada por el diputado Ernesto de Lucas Hopkins del PRI, y con esta se pretende que queden armonizados el Código de Familia y la Ley del Registro Civil del Estado de Sonora.

Esto porque actualmente, quien pretenda hacer uso de este derecho, requiere de tramitar un amparo ante cualquier oficial del registro civil en el Estado. La imposibilidad de anteponer el apellido materno atentaba contra el derecho a la igualdad y no discriminación de las féminas.

“La anteposición del apellido del hombre al de la mujer, en los hijos, es inconstitucional en virtud de que busca reiterar un prejuicio que discrimina y disminuye el rol de la mujer en el ámbito familiar, dado que reitera la concepción de que la mujer tiene un papel secundario en la familia” expuso.

Señaló que, ante los criterios de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no se encuentra justificado el limitar el derecho de los padres a decidir el orden de los apellidos de sus hijos, a partir de prejuicios o medidas que pretenden perpetuar la situación de superioridad del hombre en las relaciones familiares.

De esta manera, dijo, las actas de nacimiento de los menores deberán contener el orden de los apellidos elegido por los padres de común acuerdo, por lo cual resulta indispensable realizar una reforma legislativa para estar en posibilidades de garantizar la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres.

“Así ni los roles, costumbres o prejuicios deben servir de pretexto para negarle el ejercicio de algún derecho. Todo lo contrario, el derecho a la igualdad impone que se adopten medidas apropiadas para eliminar los estereotipos y prácticas atingentes a los papeles de hombres y mujeres, que surgen de modelos de inferioridad de un sexo respecto a otro, o bien de las funciones de género, las cuales no necesariamente están definidas por el sexo”, concluyó.