Una vida difícil y un hijo especial la llevaron desde Hillo a Tijuana; ahora gana 1200 dólares diarios

Niktejan es una joven de 29 años que tuvo que adentrarse en el mundo de las bailarinas exóticas para sufragar los gastos de su hijo con autismo. La vida la llevó a un bar de Tijuana y ahora gana hasta 1200 dólares en una noche deleitando a los clientes con sus bailes.

HERMOSILLO, SON.- Mientras ella baila nada malo pasa, mientras ella baila es dueña de sí misma, es libre, se ama, es feliz y además gana entre 800 y mil 200 dólares por noche, ella se hace llamar Niktejan, es hermosillense, tiene 29 años y es bailarina exótica en un cotizado y exclusivo club de caballeros de Tijuana, Baja California.

Todo comenzó cuando terminó una mala relación de pareja, recién salida de la preparatoria quedó embarazada de quien ella pensó sería el hombre de su vida. Niktejan se unió a César para formar su propia familia, pero poco después de nacer su bebé las peleas derivadas de los abusos del hombre no se hicieron esperar.

Bajé mucho de peso, no tenía ropa y encima de inmediato me di cuenta que mi niño no era totalmente normal”, contó.

Niktejan hoy es una muchacha menudita, acuerpada natural, conserva aún facciones muy juveniles, le ayuda su tez morena broceada en la que luce un sin fin de tatuajes.

Erick, su bebé fue diagnosticado con un Trastorno del Espectro Autista, por lo que desde muy pequeño tuvo que llevarlo a terapias para que su desarrollo fuera a la par de un niño de su edad, terapias que el papá nunca se interesó por solventar, pues era la manera en que él la “castigaba” por haberlo abandonado.

Comenzó a trabajar medios tiempos para pagar los más de ocho mil pesos al mes de terapias y medicamentos de Erick, aprovechaba el tiempo del niño en terapia para estudiar la carrera de Horticultura, así día tras día.

De niña siempre fue mi sueño oscuro el bailar en un table dance”, contó.

A sus 25 años se dio cuenta de que no había dinero que alcanzara cuando de salud y bienestar se trataba, y más cuando era la de su bebé que crecía a sus casi tres años y parecía estar en otro mundo.

La vida parecía decirle que renunciara pero, como dice ella, “al final del día soy mujer y no me iba a rendir tan fácil”, así que enfiló primero hacia la “capital de Cuba” un conocido lugar con varias sedes de bailarinas exóticas.

Cuando llegué ahí, llegué de sexy mesera, hablaba con los clientes, bebía copas con ellos y hasta ahí, también bailaba pero no hacía cuarto”, recordó.

En ese lugar donde quienes sí se iban con los clientes ganaban miles de pesos más, ella llegó a recabar hasta tres mil 500 pesos en una noche, pago del cual, le daba a la niñera de Erick, 500 pesos y ahorraba para sus terapias y gastos de casa.

 

En el “Ti Yei”

Niktejan se salió de la capital de Cuba después de ahorrar dinero para sobrevivir un tiempo, pues había llegado la pandemia y cerraron muchas fuentes de trabajo, pero un día recibió un mensaje de una ex compañera que le decía: Acá en el Ti Yei hay trabajo, si te vienes entras conmigo, ganamos en dólares, tenemos alojamiento y mucha seguridad”.

Sin pensarlo dos veces llamó a su amiga, pactaron el viaje y de inmediato se dirigió allá.

Llegó, se entrevistó con las personas que la contratarían y de inmediato comenzó a trabajar, pero primero conoció a los tipos de clientes.

Allá lo que ganas en una copa es menos que aquí pero allá en dos minutos haces lo que te cuesta aquí una copa, tomas con ellos, platicas, puedes tomar y seguir tomando y tomando, o esté el cliente que quiere tomar y que estés bailando o el cliente que quiere tomar y que tu le estés bailando a una muchacha, o solo tomas una y te vas”, explicó.

 

No todas son amigas

Niktejan llegó con muchas ganas al trabajo, con la mejor actitud y sin rivalidad con ninguna de las chicas que ahí trabajan, se preparó para salir a bailar al número llamado “lluvia de dólares”, donde los clientes arrojan dinero sobre un par de muchachas que bailan exóticamente.

Al terminar de bailar, la otra muchacha dijo que todo el dinero era para ella, yo le dije que no y obvio tuve mi pago”, recordó.

Esa acción la hizo ser más reservada y no fue hasta que llegó su amiga que se “acopló” a alguien.

Fuera de la mala experiencia con una de las muchachas, ella considera que no hay envidias entre las bailarinas, pues cada una gana conforme trabaja, “ahí no es de a ella le va mejor que a mi, ahí ganas por lo que haces”.

Las edades de sus compañeras van desde los 18 y 48 años, todas son delgadas y en caso de no serlo es debido a que probablemente ya trabajaban ahí y no tardan mucho en pasar por el cirujano para que les quite lo que les sobra de piel o grasa para poder seguir laborando.

Yo llegué a ganar como máximo mil 200 noche, es decir más de 23 mil pesos mexicanos, sin ofrecer servicios, yo solo bailaba en el VIP o privados. Allá las muchachas que hacen servicio ganan mínimo 100 dólares la hora libres para ellas”, detalló.

Cuidado con los “Güeros”

En ese tiempo degollaron a una muchacha en un hotel, había sido un güero, hasta ese entonces entendí el porqué una compañera no trabajaba con estadounidenses rubios”, contó al preguntarle por la seguridad que tiene al trabajar ahí.

Ella cuenta que en ese club, las muchachas son las princesas, las que mandan y que si no quieren hacer algo simplemente no lo hacen, además de que si entran a hacer cuarto hay dos personas que las están cuidando por fuera.

Estás en el cuarto y están los talacheros puestos escuchando y eso está padre, yo me animaría con un afroamericano, son los más amables”, dijo.

Me causa un poco de “ruido” que se refiera a los hombres de color de esa manera y agrega que ellos son super amables y los gringos güeros “un asco”.

Son unos estúpidos y conforme pasa el tiempo vas haciendo callo y te das cuenta de las actitudes”, Finalizó.