Sin falta acuden cada año a visitar a sus seres queridos

Como cada año, con la escoba en la mano, las cubetas, las flores y hasta las palas, cientos de hermosillenses acuden a los panteones a visitar a sus seres queridos que ya partieron.

HERMOSILLO, SON.- Como cada año, con la escoba en la mano, las cubetas, las flores y hasta las palas, cientos de hermosillenses acuden a los panteones a visitar a sus seres queridos que ya partieron.

Poco a poco el panteón vuelve a tomar color, las lápidas grises que durante el año lucían sucias y empolvadas parecieran esperar la fecha importante para poder ponerse sus mejores galas.

Las flores rojas brillantes, las cempasúchil en amarillo intenso y las famosas flores manos de pantera en color morado, aparecen en varias tumbas adornando el recuerdo de un ser querido.

Está el caso como el de la señora Juana Mabel Álvarez Vega, que cada 15 días acude al panteón Yáñez a visitar a uno de sus hijos y su esposo, quienes fallecieron por cáncer, su esposo en 2002 y su hijo en 2003.

Juana aprovechó el momento para poder dar un retoque a la tumba de su hijo.

Mabel comentó que hasta ahora, más que aprender a vivir sin estas personas, se resigna y entiende que la muerte es algo a donde todos vamos a llegar.

También es el caso de Rosa García Guevara, de la colonia Nueva España, que acude cada año a visitar a varios familiares, pero en especial la tumba de su esposo Joaquín Palomares y su hijo.

Rosa dice que cada Día de Muerto, cada Día del Padre, cumpleaños y Navidad, procura ir al panteón a visitar a sus seres queridos, aprovecha para limpiar la tumba, dejarle flores, platicar un poco, todo para que el ser querido sepa que se le extraña.

Otro caso es el de Martha Griselda Santois Yescas, que desde hace 30 años viene a visitar la tumba de su pequeña hija Nancy Zobeyda, quien falleció muy pequeña por negligencia médica.

Martha dice que afortunadamente muchas personas que pasan por la tumba de la pequeña niña, dejan algún juguete, dulces, globos o alguna muestra de cariño, lo que provoca en ella como madre mucho gusto.

Martha en esta ocasión vino acompañada de sus hermanas y unas sobrinas que desde que nacieron a acudido con Martha a visitar la tumba de la niña.