Carmen volvió a sonreír tras años de timidez por su labio leporino

Carmen Briseida Guadalupe Cruz Valdez vivió toda su niñez, y parte de su juventud, temerosa, avergonzada y con un complejo que la mantenía alejada de amigas, de fiestas y hasta de su familia.

HERMOSILLO, SON.- Carmen Briseida Guadalupe Cruz Valdez vivió toda su niñez, y parte de su juventud, temerosa, avergonzada y con un complejo que la mantenía alejada de amigas, de fiestas y hasta de su familia, por nacer con labio leporino y no poder ver en su futuro una mejora en su calidad de vida.

La joven, que ahora tiene 26 años de edad, platicó que ella nació en Villa Juárez, donde la necesidad de una atención profesional a su condición era muy limitada, incluso en municipios cercanos, por lo que ella no alcanzaba a ver en su futuro una forma de poder mejorar su condición.

Carmen Briseida indicó que fue cerca de los 14 años, cuando la vida le dio una muy grata sorpresa, cuando una vecina de Villa Juárez le dijo a su mamá sobre el voluntariado del Hospital CIMA, y sobre el programa “Rostros Felices” y fue donde su vida empezó a dar un giro de 180 grados.

Briseida explicó que inmediatamente al ver que el voluntariado le podía ayudar con su padecimiento sin costo alguno y siempre apoyada , no espero más y tomó la decisión de venir a vivir a Hermosillo con una tía, todo para poder ser atendida lo más pronto posible y en el menor tiempo.

“Mi vida ha cambiado mucho, desde que me operaron dejé de ser tan penosa, ya tengo amigas, salgo y todo”, expresó.

La joven explicó que estuvo atendida por un dentista en Hermosillo, pero desafortunadamente falleció, por lo que fue canalizada con la dentista Venezia Jordan, integrante del programa “Rostros Felices” del Voluntariado del Hospital CIMA y fue cuando las sonrisas volvieron a su vida.

La joven actualmente trabaja con la especialista en dientes, donde ha aprendido un poco del trabajo que hacen este lugar y dice no pierde la esperanza de estudiar algo relacionado con la salud bucal.

“Mi vida completa cambió muchísimo después de encontrarme con gente tan amable, tan valiosa, en mi caso creo, que son enviadas de Dios que me mostraron que con amor todo se puede”, expresó la joven.

Briseida dice sentir mucha ternura cuando alguna niña o niño es detectado por el voluntariado y es apoyado para ingresar al programa “Rostros Felices” para recibir alguna operación porque sabe lo importante y lo mágico que será el cambio en la vida de los pequeños y de sus familias.

La joven que ahora sonríe casi todo el día dice que de lo que ha aprendido, es la limpieza dental lo que hace que se le caiga la baba, porque le gusta mucho ayudar en este tipo de procesos.