Este albergue es una luz para los más vulnerables

Martha Aguayo de Uruchurtu, presidenta del patronato y fundadora del Albergue Luz Valencia, ayuda a personas que necesitan atención prioritaria desde 1991

HERMOSILLO, SON.- Si las personas fueran solidarias y empáticas habría menos adultos y jóvenes en situación de calle, enfermos, solos y vulnerables, reflexiona Martha Aguayo de Uruchurtu, Presidenta del patronato y fundadora del Albergue Luz Valencia que ayuda a personas que necesitan atención prioritaria desde 1991.

Ella, recuerda que fundó el albergue al ver la necesidad y el estado de abandono en el que quedaban personas que eran dadas de alta del Hospital General del Estado (HGE) por diversos motivos.

“Las personas se daban de alta y no había a dónde mandarlos porque eran de fuera, no tenían familia o no las podían apoyar”, explicó.

En su oficina, se puede ver que siempre hay trabajo, pues salen y entran papeles, cajas con comestibles, sofás y sillas que se usan para atender a los enfermos o las pocas visitas que pueda tener el lugar.

Martha está sentada al borde de la silla pues son épocas decembrinas y le apura salir a celebrar a sus más de 30 trabajadores en agradecimiento por la labor realizada durante el año con sus más de 80 pacientes.

Son tres albergues

Durante 28 años ha visto pasar de todo en los tres albergues en los que se atiende a 80 pacientes, de ellos, 40 en etapa terminal de sus enfermedades y 40 de los que aún se pueden valer por sí mismos.

En la parte de arriba esta la posada que tiene capacidad para 60 personas y está ubicada sobre el bulevar Luis Encinas al lado del HGE, se atiende a los familiares foráneos de quienes están internados en diferentes áreas del nosocomio.

La Presidenta del Patronato destaca que en el albergue no tienen personas con enfermedades infectocontagiosas, pero sí con enfermedades renales, cáncer, embolias, crónicas degenerativas y se procura que cuenten con atención médica y las medicinas necesarias para su salud.

“Haz de cuenta que están en su casa con atención médica porque vienen los médicos del hospital a diario a checarlos y cuando hay necesidad los mandamos a urgencias, el hospital se sigue haciendo cargo de su salud y aquí ellos tienen su familia", subraya.

El caso de Martina A los tres años de abierto el albergue llegó Martina, una mujer imposibilitada para moverse y valerse por sí misma que además contaba con limitaciones intelectuales importantes.

“Tenía 25 años en cama sin moverse, ella murió hace 15 días, era de Obregón y no hablaba estuvo 25 años con nosotros", mencionó.

Martina estuvo cuidada por más de cuatro lustros por los trabajadores del albergue además de jóvenes estudiantes de Ciencias de la Salud de diferentes instituciones educativas que realizan su servicio social en Albergue Luz Valencia.

Por los desvalidos y abandonados

Martha de Uruchurtu tiene una vida trabajando por los desvalidos y abandonados, y considera que hoy en día se ven casos más severos de abandono de personas, como nunca visto en años anteriores.

“Ahora se ve más, desde que está la Procuraduría de la Protección del Adulto Mayor, se han detectado muchísimos casos de adultos mayores maltratados y abandonados”, menciona.

La mujer altruista dijo que ellos trabajan en coordinación con las autoridades para la atención de esas personas que muchas veces llegan en muy malas condiciones.

Ella atribuye las situaciones que viven las personas adultas a la pérdida de valores.

“Se ha perdido el amor al prójimo, al más necesitado, ahora la vida es muy diferente, todo mundo trabaja y se ocupa”, indicó.

Llama a la solidaridad

Sin embargo, Martha señala que cuando existe el amor, aunque se viva ocupado siempre se tendrá el tiempo de atender al más necesitado.

Sugirió e hizo un llamado a la solidaridad de las personas para recuperar la humanidad y extender la mano a los enfermos.

En entrevista para EXPRESO dijo que la población del albergue en su mayoría son hombres, muchos de ellos con familiares que no se hacen cargo de ellos debido a que cuando eran jóvenes ellos abandonaron a sus hijos.

Por último, lamentó que buenas mujeres y madres, después de bien servir a sus hijos, hijas y esposos, terminan solas en el albergue en sus últimos días.