AMLO, su favorita, la CDMX y el piso disparejo

AMLO, su favorita, la CDMX y el piso disparejo, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras

En la última semana, López Obrador estuvo de gira dos veces por la Ciudad de México y prácticamente todos los días de ese periodo el Presidente se dejó ver cerca, muy cerca de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que siempre aparece a su derecha, lo mismo en el acto de los 200 años de la independencia, que en la inauguración de exposiciones, en las colonias populares de Iztapalapa y Gustavo A. Madero. Siempre a su derecha, siempre junto a él y cuando no la estaba elogiando porque "gobierna muy bien", le levantaba el brazo en señal de triunfo y la apuntaba para que no quedara duda de quién es su favorita.

Fue como si, con tanta y tan obvia exposición de la gobernante capitalina, López Obrador hubiera querido mandar un mensaje casi tan burdo y directo como aquella frase que pronunció Carlos Salinas de Gortari en febrero de 1994: "No se hagan bolas, el candidato es Colosio", dijo el entonces Presidente cuando en el golpeteo y las grillas camachistas que asfixiaban a Luis Donaldo Colosio y le opacaban su arranque de campaña. Sólo que a diferencia de su archienemigo Salinas, Andrés Manuel está abriendo sus cartas y levantándole el brazo a Claudia Sheinbaum más de dos años antes de la sucesión presidencial, en un virtual destape que de tan anticipado provocó desde extrañeza, molestias y escozor hasta en la misma 4T.

"Es muy burdo lo que está haciendo el Presidente, si ese va a ser el piso parejo, no quiero imaginar cómo se van a poner Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal ante la exhibición abierta de su favoritismo por Claudia", nos comentó un funcionario que despacha en Palacio Nacional. "No hay necesidad de hacerlo tan evidente y sobre todo tan temprano, eso sólo va a tensar las cosas y a aumentar los riesgos de división y golpeteo entre los aspirantes", advirtió.

Y es que mientras el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se metió a operar hasta los temas de la sucesión, sentando en una misma mesa a Monreal y a Sheinbaum justo a inicios de esta semana, con la consigna de evitar agresiones y enfrentamientos entre los aspirantes presidenciales y sus equipos, el Presidente parece cargar los dados muy prematuramente con expresiones y acciones que van a azuzar la desconfianza de los demás aspirantes al hacer tan notorio y explícito su favoritismo por la Jefa de Gobierno.

Es como si la historia de Penélope se estuviera repitiendo en el gobierno de la 4T, donde el Presidente mandó a operar y a negociar a su Secretario de Gobernación con todos los precandidatos morenistas para evitar que se confronten y dividan por el 2024, pero es el mismo López Obrador quien de noche llega y desteje lo que tejió de día Adán Augusto.

Así, mientras Adán lleva a su paraíso a las "corcholatas" y les habla de lo importante que es mantenerse unidos, no pelearse ni comer del "fruto prohibido" de la ambición por la silla presidencial, el Presidente se aparece por la Ciudad de México reptando y envuelve a su favorita Claudia con elogios, lisonjas y apapachos que hacen que la Jefa de Gobierno se acerque cada vez más a cortar la manzana y despertar la discordia en el Jardín de las Delicias del morenismo.

Parafraseando al funcionario de Palacio y ante las toscas manifestaciones del favoritismo presidencial no quedan más que dos preguntas: si eso hace López Obrador para empujar a Sheinbaum como su delfina y candidata dos años antes, ¿qué garantías tienen los otros aspirantes de que tendrán una mínima posibilidad de ganar en las encuestas internas de Morena para 2023? Y la segunda pregunta es: ¿cuánto tiempo aguantarán Ebrard y Monreal antes de aceptar que en el corazón y el ánimo del Presidente la sucesión ya está claramente definida y a ellos dos sólo les quedará el papel de comparsas y legitimadores de una decisión que ya parece tomada desde dos años antes?… Los dados mandan Serpiente Doble. Duro el cierre de semana.