¿Por qué vuelve el voto útil?

¿Por qué vuelve el voto útil?.. escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras

De cara a las elecciones intermedias del próximo domingo, en las que coinciden con la renovación de la Cámara de Diputados, el cambio en 15 gubernaturas, 30 Congresos locales y 1,938

alcaldías, incluidas las de la CDMX, han resurgido los llamados al “voto útil” y “voto que sirva” que surgieran como estrategias para derrotar al PRI en la época que era considerado un “partido de Estado”.

Con la alternancia en las gubernaturas a partir de 1989 y con especial fuerza en las elecciones legislativas y capitalinas de 1997 y del año 2000, diversos movimientos políticos y sociales convocaban, desde la sociedad civil, a que los electores emitieran un “voto útil” en favor de aquel partido que aventajara en las encuestas y que pudiera derrotar al priismo que entonces parecía invencible porque contaba con el apoyo del Presidente y de la estructura del gobierno, los programas sociales y los recursos públicos que actuaban en su favor en las campañas electorales e incluso en el día de las votaciones.

Por eso llama mucho la atención que, en apenas 3 años como presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y Morena, el partido que él creó, estén concitando que no sólo sus

opositores políticos, lo que sería natural, sino desde la misma sociedad, surjan voces y movimientos que estén llamando a la población a salir a votar este 6 de junio y a emitir su voto bajo el mismo concepto del “voto útil para derrotar a Morena”, que en su momento se invocaba para poder ganarle al viejo PRI con toda su cauda de artimañas, trampas y utilización de recursos públicos, que fueron parte de la llamada “cultura del fraude”.

¿Acaso hay comparación entre lo que es hoy Morena y lo que fue el PRI que gobernó 75 años de manera ininterrumpida el país y que inhibió la democracia electoral y la participación ciudadana

defraudando a los electores y robándose los comicios? La sola idea parece desproporcionada, porque hablamos de un partido que apenas tiene 7 años de creado, que participó en su primera elección en 2015 ganando 36 diputados federales, con el cuarto lugar de votación nacional y 17 diputados locales en la Ciudad de México.

Aún con el salto gigantesco que dio el morenismo en tres años y su triunfo histórico de 2018 en la Presidencia de la República, el Senado y la Cámara de Diputados, además de seis gubernaturas estatales que ganó entre 2016 y 2018, el tamaño que hoy tiene el Movimiento de Regeneración Nacional dista mucho de alcanzar aún a la maquinaria política, clientelar y electoral que fue el Revolucionario Institucional durante casi 8 décadas en prácticamente toda la República.

Y ¿entonces, por qué llamar al “voto útil” contra Morena y a apoyar y cruzar la boleta por la coalición o partido que pueda derrotar al partido oficial? Ese llamado tiene mucho más que ver con el enorme poder que ha concentrado en 3 años el presidente López Obrador y con su estilo vertical y autoritario de ejercer el poder, que hoy es percibido como un “retroceso” por un sector de la población que percibe un retorno al viejo presidencialismo omnímodo y una amenaza autoritaria con un Poder Ejecutivo que ha sometido al Poder Legislativo, que está intentando controlar al Poder Judicial, y que amenaza con desaparecer a todos los órganos constitucionales autónomos que se crearon justo para ser contrapeso del poder presidencial.

Hoy se está convocando a desempolvar la estrategia del “voto útil” para no desperdiciar votos con partidos satélites o pequeños y concentrar la votación opositora en una coalición que apenas hace tres años era impensable, nos damos cuenta de cuánto poder acumuló, en tan solo tres años, López Obrador. En apenas medio sexenio, el Presidente ha logrado lo que al PRI le llevó más de 7 décadas: concitar, junto con el apoyo duro, incondicional y hasta fanático de sus seguidores, el miedo, el rechazo, la división de los mexicanos, pero paradójicamente, también los llamados a la unión para poder derrotarlo… Ruedan los dados. Otra Serpiente.