Nuevas claves en la relación México-EU

Nuevas claves en la relación México-EU, escribe @SGarciaSoto en #SerpientesYEscaleras.

La reciente visita del presidente López Obrador a Washington, más allá de toda la polémica que levantó, del pragmatismo de los resultados y de la clara e innegable utilización electoral que tuvo la presencia del mandatario mexicano en la Casa Blanca para la campaña de Donald Trump, sirvió para que el gobierno lopezobradorista afianzara sus propios interlocutores, puentes y mecanismos de comunicación y negociación con el gobierno de los Estados Unidos, alejándose de los conductos que le había heredado el peñismo.

Si en un principio la administración de López Obrador tuvo que recurrir al binomio Jared Kushner-Luis Videgaray para afianzar su relación con Donald Trump, a partir de esta visita ese conducto ya fue superado y desechado por nuevos canales de comunicación e interlocutores directos entre el Palacio Nacional y la Casa Blanca.

Además de la comunicación oficial en la relación que la lleva Marcelo Ebrard a través de los canales diplomáticos formales con Mike Pompeo, otros personajes como Alfonso Romo y por fin la secretaria de Economía, Graciela Márquez, aparecieron como interlocutores con personajes claves del gabinete de Trump como Wilbur Ross, el secretario de Comercio, y el del Tesoro, Steve Mnuchin.

La foto del encuentro en la oficina oval entre las dos representaciones, que circuló el gobierno mexicano, muestra los nuevos canales y personajes que interactúan en la relación México-Estados Unidos: del lado mexicano estaban acompañando al presidente López Obrador el canciller Ebrard —con la embajadora Martha Bárcena como la operadora en Washington— la secretaria Graciela Márquez y el jefe de la Oficina Presidencial Alfonso Romo, mientras que del lado de Donald Trump aparecen Mike Pompeo, Steve Mnuchin y a la orilla, menos protagónico que en las visitas de Peña Nieto, el yerno Jared Kushner.

Es decir que, sin dejar de ser un asesor importante, Kushner ya no es el principal conducto de comunicación entre el gobierno mexicano y la Casa Blanca como lo fue en el sexenio de Peña Nieto por su cercanísima relación con Luis Videgaray.

Hoy Kushner sigue siendo muy amigo del empresario Bernardo Gómez de Televisa y sigue manteniendo también influencia en otros personajes que influyeron en la reciente visita del mandatario mexicano como el empresario Larry Fink, de Black Rock, pero en definitiva ya no tuvo la misma influencia en la organización del primer encuentro entre Trump y López Obrador.

Y este cambio en las claves de la siempre compleja relación México-Estados Unidos y de los conductos y canales diplomáticos y políticos que la operan, tiene por supuesto impactos y rebotes en la política interna.

Por un lado Marcelo Ebrard consolidó en esta visita su papel principal en la comunicación y relación con Washington, al haberle dado al presidente una reunión altamente satisfactoria para los objetivos que se plantearon en Palacio Nacional —aunque de consecuencias aún impredecibles en la actual carrera presidencial de EU—, por el otro lado emergen en el gabinete y cobran fuerza personajes que parecían alejados y debilitados como Alfonso Romo y Graciela Márquez, que hoy tienen un papel protagónico en temas del nuevo T-MEC.

Finalmente otra consecuencia de los cambios que deja esta visita a Washington es que Videgaray ya no es un personaje necesario y mucho menos “intocable” para la 4T.

El otrora poderoso exsecretario de Hacienda y excanciller, podría perder incluso la protección de la administración Trump y volverse una ficha canjeable, justo cuando estamos a las puertas de la información que entregará el testigo colaborador Emilio Lozoya Austin, que tiene como uno de sus principales objetivos justamente a Videgaray Caso, el hombre al que señala, junto con Peña Nieto, como uno de los que decidían y manejaban la corrupción millonaria en Pemex, de la cual él dice —y así se lo aceptó la FGR, en su primera declaración en España— “yo fui sólo un instrumento que acató órdenes de mis superiores”.