Niños, niñas y adolescentes: vidas atravesadas por la violencia criminal

Niños, niñas y adolescentes: vidas atravesadas por la violencia criminal, escribe Dra. Nohora Niño Vega en #FueraDeRuta.

En los años recientes, Sonora ha visto un crecimiento vertiginoso de la violencia homicida. A partir de los datos suministrados por INEGI se puede observar de qué manera a desde el 2018 la tasa de homicidios se ha duplicado alcanzando para el 2020 un valor de 50. 87 homicidios por cada cien mil habitantes mientras que la tasa nacional se encontraba para ese mismo año en 29. Al revisar de manera diferencial esta tasa por ciudades, encontramos que en Cajeme la tasa ha alcanzado los 99.15, en Nogales 47.73 y en Hermosillo 29.28.

Los niños, niñas y adolescentes también han sido víctimas directas del aumento de esta violencia. De acuerdo con los datos suministrados por la Red por los derechos de la infancia REDIM (2021), en el transcurso de este año 27 niños y adolescentes han sido asesinados mientras que durante el año 2020 fueron asesinados 36 NNA, 22 niños y adolescentes y 6 niñas y adolescentes mujeres. Al observar los datos de los lugares donde ocurre esta violencia, de acuerdo con la información del INEGI, los homicidios contra los NNA menores de 14 años suelen ocurrir en su vivienda mientras que a partir de los 15 años, esta violencia se desplaza a la vía pública.

El hecho violento en el 2019 contra la familia Le Baron sirve como evidencia para entender que la violencia letal producto de la guerra criminal no puede reducirse a un asunto entre bandos o “ajuste de cuentas”. Este hecho mostró que la población civil se encuentra en medio de los ataques y que es peligroso el discurso que pone en la víctima la responsabilidad al concluirse el involucramiento dentro del mundo criminal, justificando así los hechos violentos y promoviendo con ello la impunidad. Además, el hecho ilustra que en el marco de las nuevas guerras1, los cuerpos de las mujeres y de los niños y niñas son útiles como “objetos estratégicos para el escenario bélico”.

En materia de desaparición forzada, los datos suministrados por la Registro Nacional de Personas Desaparecidas del Fuero común, en el período 2010- 2018, 280 niñas y adolescentes mujeres y 180 niños y adolescentes varones fueron desaparecidos. Al revisar el panorama completo de estas cifras por grupos de edad, se observa que a menor edad, las las adolescentes suelen ser la mayoría de las víctimas de desaparición y con el incremento de la edad son los hombres quienes padecen este delito.

Las desapariciones forzadas crean una figura espectral que acecha a partir del desdibujamiento de la víctima y la incertidumbre alrededor de su ausencia, dado que se convierte en un delito que se relaciona con otros delitos y que produce vacilaciones entre los familiares debido a no conocer cuál es su condición. Estos otros delitos son la trata y explotación sexual, la esclavitud laboral, el reclutamiento forzado, etc., todos actos de control y explotación sobre los cuerpos de niñas, adolescentes y jóvenes.

Las cifras muestran además que estas violencias no tiene el mismo comportamiento. Mientras que los niños y adolescentes varones suelen ser las víctimas de la violencia homicida, las niñas entre los 10- 17 años son las víctimas del delito de desaparición e intuimos fuertemente ligada a la explotación sexual y la trata de personas.

Por esta razón, consideramos que las actuales administraciones cuentan con importantes desafíos para atender esta violencia y un primer paso debe ser la voluntad y la coordinación de las distintas dependencias involucradas y niveles de gobierno, así como un análisis de la información con un enfoque diferencial en razón del género, la edad, la condición étnica o migrante, que le permita tener un panorama más claro del comportamiento de estos delitos y poder actuar de manera informada.

Dra. Nohora Niño Vega

Cátedras Conacyt- El Colegio de Sonora

Observatorio de Investigación con las Infancias ODIIN