Perspectivas de la ocupación laboral de las mujeres en tiempos del (post) Covid-19

Perspectivas de la ocupación laboral de las mujeres en tiempos del (post) Covid-19, escribe Gabriela Grijalva Monteverde en #FueraDeRuta.

La reapertura de negocios y actividades laborales que ha ido teniendo lugar en México en forma paulatina desde el mes de junio ha significado cierta recuperación de la ocupación laboral detenida en abril y mayo, cuando la epidemia de covid-19 y las medidas sanitarias de contención de la enfermedad restringieron abruptamente la actividad económica a los sectores esenciales, paralizando a todas aquellas empresas y actividades informales que no se desempeñan en alguno de esos sectores. De poco más de 43.5 millones de personas ocupadas a finales de mayo, el nivel más bajo de ocupación observado, para fines de agosto se habrían (re)integrado a la ocupación cerca de 7 millones de personas más para sumar 50.4 millones de personas desempeñando alguna actividad laboral para el mercado. No obstante, el camino a la recuperación aún se antoja largo, pues para esas mismas fechas de 2019 estaban ocupadas 55.2 millones de personas. 

Las cifras anteriores, provenientes del INEGI, dan cuenta de la magnitud de la crisis de empleo y ocupación que la epidemia ha traído consigo, la que viene a sumarse a un mercado de trabajo que ya desde antes se podía caracterizar como insuficiente, de elevada informalidad, de precariedad en el sentido de proporcionar bajos ingresos y escasa protección social y de salud, así como de significativas brechas de desigualdad entre sus participantes. En estas últimas, son de destacar las desigualdades de género que la crisis ha venido a exacerbar, manifestando un potencial de dar marcha atrás a procesos hacia la equidad que se venían observando, así fuera lentamente, en algunas esferas de la actividad laboral. 

La epidemia de covid-19 y las políticas de salud diseñadas para enfrentarla tienen, como hemos visto a lo largo de los últimos meses, amplias repercusiones en la vida de todas las personas. Pero ni la enfermedad ni las políticas afectan de igual manera a hombres y mujeres en su actividad laboral. En un contexto en el que las actividades de cuidados de menores de edad, personas enfermas y personas adultas mayores son realizadas principal y mayoritariamente por mujeres, la alteración en los servicios educativos y de cuidados de menores de edad, pero también de personas adultas mayores por su particular vulnerabilidad ante esta nueva enfermedad, impone sobre las mujeres en edad laboral una carga extraordinaria. De manera que ellas enfrentan, y seguirán enfrentando si no se actúa en contrario, no sólo oportunidades reducidas en los mercados laborales, sino dificultades adicionales para desempeñar alguna ocupación laboral extra-doméstica por el mayor peso que cargan en las responsabilidades de cuidados en el ámbito familiar. 

Diversos indicadores del comportamiento de los mercados laborales confirman esta asignación diferencial de los efectos de la crisis sobre hombres y mujeres en edad de trabajar. De los casi 5 millones de personas ocupadas menos que hay a la fecha con respecto al año anterior, casi 3 millones corresponden a mujeres, de los cuales 2 millones corresponden a ocupaciones informales; además de que entre las mujeres ocupadas ha disminuido la proporción de las que lo hacen a tiempo completo en tanto que entre los hombres esa proporción ya se ha visto recuperada. De persistir estas proporciones, es muy probable que al concluir este año las mujeres verán reducido su nivel de participación en los mercados laborales después de más de tres décadas en que venían aumentándola lenta pero constantemente. 

Estamos al inicio del último trimestre de 2020 y todavía tenemos más incertidumbres que certezas sobre la evolución de la epidemia y sus consecuencias sobre la economía. Lo que sí parece cierto es que mientras se siga actuando, en los ámbitos económico y de políticas públicas, como si los cuidados fueran responsabilidad principal y casi exclusiva de las mujeres, los espacios de la desigualdad entre hombres y mujeres, lejos de disminuir, continuarán ensanchándose. 

 

Gabriela Grijalva Monteverde

Profesora-investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de El Colegio de Sonora