Acceso y disponibilidad de áreas verdes públicas en Hermosillo una cuestión de salud

Dr. Luis Alan Navarro Navarro*

Hermosillo es una ciudad emplazada en el Desierto de Sonora. En honor a su clima árido seco los cielos se mantienen claros y limpios (sin nubosidad) la mayor parte del año, escasa lluvia, baja humedad en el aire, alta temperatura y evaporación. Los meses con temperaturas más altas son de junio a agosto, con un promedio anual de 120 días con temperaturas mayores a 38 grados Celsius. No obstante, se ha vuelto común en las redes sociales noticias del rompimiento de temperaturas record históricos, también el compartir lecturas de termómetro de tablero de carro con registros de 48 o más grados Celsius.

Dr. Luis Alan Navarro Navarro

 

Muchos hermosillenses con el privilegio de trabajar y poder movilizarse en ambientes artificialmente fríos, observan el espacio público como un lugar inhóspito. Este espacio público en dónde nos movemos, trabajamos, hacemos deportes y tenemos que estar por necesidad, es todavía más hostil cuando está desprovisto de vegetación. La falta de árboles en la ciudad no es un problema nuevo, aunque sí se ha acentuado en los últimos 20 años, ya desde 1992 un estudio elaborado por la Universidad de Sonora advertía del déficit de árboles.

El indicador más usado por académicos y funcionarios públicos para conocer que tan verde es una ciudad, es el referido a la Organización Mundial de la Salud (OMS), establece un mínimo de 9 metros cuadrados por habitante. Este indicador ha sido interpretado de muchas maneras por académicos y funcionarios públicos, no hay conceso, cada quién tiene sus datos. Es decir, cada persona lo calcula diferente, difieren principalmente en las áreas verdes a contabilizar. Mi interpretación, considerando que viene de la OMS, es que las áreas verdes se refieren a parques urbanos públicos. Existen muchas investigaciones científicas resaltando la importancia para la salud y el bienestar de las personas que genera el acceso a áreas verdes, de hecho, es una meta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 11.7) de la Organización de las Naciones Unidas, que dice: “Para 2030, proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad”.

¿Cómo anda Hermosillo en áreas verdes? Recapitulando, el indicador es metros cuadrados de área verde dividido entre la población ¿Qué numerador vamos a usar? Considerando que el denominador está fácil pues es el dato oficial de población del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Primero debemos de mencionar, brevemente, los beneficios a la salud y el bienestar de las personas que provee el acceso a áreas verdes. Áreas verdes funcionales cerca de casa contribuyen a reducir los niveles de estrés y ansiedad de las personas (usuarias), los mecanismos sugeridos son diversos, por ejemplo, a través de fomentar la sociabilidad al crear una red de conocidos o usuarios frecuentes, enlazados primero por un simple saludo de “buenos días/tardes”, después por una plática informal (“small talk”), etc., esto reduce el sentimiento de soledad y aislamiento, algo muy importante para muchos adultos mayores. También, no se diga del fomento a actividades físicas, los niños juegan y corren (“screenless time”), adolescentes usan las canchas deportivas y las personas mayores van a caminar o correr en contacto con la naturaleza. El mejor caso de la disponibilidad a pagar (gasto de viaje) del hermosillense por lugares para caminar o correr es el área deportiva conocida como “La Milla” en la Universidad de Sonora, dada la disponibilidad de estacionamiento, ésta recibe personas que viajan desde distancias considerables para hacer uso de las amenidades de este lugar.

Retomado el indicador de la OMS, son estos espacios públicos vivos donde se reúne naturaleza y sociedad, a los que sin lugar a duda hace referencia el indicador en comento. Aclaro, toda la vegetación urbana cumple múltiples roles importantes: a) generación de oxigeno; b) reducción de vientos fuertes (tolvaneras); c) dilación hídrica; entre otros. Entonces, estrictamente los camellones y glorietas desprovistas de infraestructura social (bancas, andadores, juegos) quedan excluidos de este indicador; así como aquella área no accesible. Con datos de la Dirección General de Parques y Jardines de municipio de Hermosillo, solicitados el año 2015, se estimó la disponibilidad de área verde por habitante en 3.08 m2, divididos en 669 parques sumando 273 hectáreas. Analizando la ciudad por estratos de crecimiento, los desarrollos urbanos emplazados más recientemente poseen parques de menor superficie y con menos vegetación. Salvo raras excepciones, no hay correlación entre la presencia de un sistema de riego y el verdor del parque. La cubierta verde promedio, según una muestra de 112 parques, fue de 27% (rango de 0 a 68%), la baja cobertura vegetal convierte a los parques en hábitats térmicamente no confortables, pequeñas islas de calor, que se acumula durante el día y es liberado en la tarde y noche. Esto limita considerablemente su uso, así como el rendimiento físico, emocional e intelectual de las personas que lo visitan. La escasez de agua y la reforestación con especies traídas de climas tropicales, ha curvado los incesantes esfuerzos de reforestación de estos espacios. Desde 1998, los Hermosillenses nos hemos acostumbrado a ver la presa Abelardo L. Rodríguez frecuentemente seca; también hemos sufrido de racionamientos y bajas de presión en la red de agua potable, sin duda, el pasto y las especies tropicales maximizan el efecto oasis en un parque público, pero a un costo alto de agua y mantenimiento ¿No sería mejor tener mezquites, tepeguajes, paloverdes, palofierros (nativos y adaptados) que llanos de suelo desnudo acumulando calor?

*Profesor-investigador Cátedras CONACYT – El Colegio de Sonora lanavarrona@conacyt.mx

@alannavarrophd