¿Un liderazgo democrático

AMLO ganó las elecciones el pasado primero de julio con un voto abrumador prometiendo suprimir los vicios del viejo sistema, dejar atrás la opacidad y abrir una nueva etapa donde el poder se ejercería en caja de cristal.

Sin duda los cambios propuestos no sólo son necesarios, también son urgentes para el país.

Pero lo sucedido en las semanas recientes resulta preocupante.

Hay señales que tenemos que analizar.

Una de las primeras señales tiene que ver con la manera como se decidió la cancelación de la obra del aeropuerto de Texcoco: se trató de una consulta que no tenía manera de generar un resultado creíble para la opinión pública.

AMLO desdeñó todas las críticas a los vicios del proceso, se enfrentó sus detractores y los descalificó.

Advirtió que “deberán irse acostumbrando”, porque a partir de diciembre la nueva mecánica para decidir las grandes obras de infraestructura de su Administración, será “consultando al pueblo”.

La idea no es mala, pero el método tiene que apegarse a la ley y a los principios democráticos.

Preocupan los virajes de un extremo a otro extremo, es decir de un régimen, como el de Peña Nieto, que actuaba distante a los ciudadanos, a otro donde la gente, el mexicano de a pie, el pueblo bueno, que tiene limitado acceso a la información, a diseños estructurales, a análisis de costo-beneficio, a estudios de impacto ambiental, a emisión de bonos de deuda, presupuestos, decidirá el destino final de proyectos que pueden ser de vital importancia para el desarrollo y la competitividad del país.

Ante esto, muchos se preguntan: ¿para qué elegimos un Presidente?

¿Para qué le delegamos toda una serie de poderes ejecutivos a través del voto democrático?

La respuesta es muy simple: pues para que tome decisiones; para que él y su equipo de colaboradores, conformado por expertos en políticas públicas, decidan qué es lo que más le conviene al país.

AMLO está orientado a complacer a su base social dura, a consolidarla, a hacerla crecer.

Dice Jesús Silva-Herzog Márquez, que “AMLO ha elegido la destrucción como símbolo de su poder. Ha resuelto abandonar una importante obra en curso para plantar su autoridad frente al pasado y mostrar su poder frente a sus adversarios. Convertirá en polvo lo que se le dé la gana”.

La cancelación de la obra emblemática de Peña Nieto llevaba implícita la decisión de borrar el legado del gobierno saliente, era portadora de un mensaje contundente: yo soy el poder.

La decisión de cancelar Texcoco generó inquietud en los mercados, escepticismo en las calificadoras de riesgo, un profundo malestar en el sector empresarial, y puso en entredicho la capacidad y la voluntad del gobierno que encabezará López Obrador para actuar de acuerdo a los postulados de la democracia y las reglas de la economía de mercado.

AMLO está desafiando a los mercados; está estirando la liga.

Si bien éstos no pueden estar por encima del interés colectivo y deben ser objeto de regulaciones para evitar abusos, los mercados tienen su propia lógica, fría, implacable, que es la rentabilidad de los recursos de sus accionistas.

A pesar de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, no perciben todavía suficientes señales para retirar sus capitales del país, pero si AMLO continúa tomando decisiones con base en razones políticas y no en criterios de racionalidad económica, habrá una estampida de consecuencias impredecibles.

El nuevo gobierno no sólo exhibe un déficit de propuestas sustentables: educación, infraestructura, transparencia y combate a la corrupción, sino que está cerrado a la discusión y el debate público para darle contenido al cambio de régimen.

Cualquier idea contraria es objeto, inmediatamente, de la descalificación.

AMLO sigue en campaña, no se ha dado cuenta que ganó una elección; sigue polarizando, exhibiendo su rostro autoritario e intolerante cuando lo que se requiere es generosidad, sensatez, tolerancia, visión de Estado.

El pensamiento único no ayuda a fortalecer la participación e inclusión democrática. 

Continuar dividiendo al país entre los buenos y virtuosos seguidores de la Cuarta Transformación y todos los demás, sólo llevará al encono y la confrontación.

Marco A. Paz Pellat

alfil3000@gmail.com

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